Crónicas Mundiales

Jules Rimet: héroe de guerra, padre del Mundial y candidato al Nobel de la paz

Presidente de FIFA entre 1921 y 1954, el francés mantuvo vivo el torneo tras la Segunda Guerra Mundial

Rimet mantuvo vivo el Mundial tras la Segunda Guerra Mundial

Rimet mantuvo vivo el Mundial tras la Segunda Guerra Mundial / Getty

Javier Giraldo

Javier Giraldo

Convertido hoy en el mayor espectáculo deportivo del mundo, con permiso de los Juegos Olímpicos, el Mundial de fútbol debe su nacimiento al empeño que en su momento puso el francés Jules Rimet, presidente de la FIFA entre 1921 y 1954, impulsor del torneo y figura capital en la historia del fútbol del siglo XX.

Rimet observó la creciente popularidad del fútbol en los Juegos Olímpicos de 1920, 1924 y 1928. Pero había un problema: en los JJOO solo podían participar deportistas amateurs, y el profesionalismo ya empezaba a ser una realidad en el mundo del fútbol. 

Elegido presidente de la FIFA en 1921, Rimet trabajó desde su primer día en el cargo para sacar adelante su idea de organizar un Mundial. 

No lo tuvo fácil, pero acabó lográndolo: en el congreso que la FIFA celebró en Barcelona en 1929, con motivo de la Exposición Universal que se celebró en la ciudad, se hizo oficial que el primer Mundial se jugaría al año siguiente, 1930, en Uruguay.

Nacido en 1873 en Theuley-les-Lavoncourts, en la Borgoña francesa, Rimet nunca fue un jugador destacado, pero desde muy joven se interesó en la organización deportiva. A los 23 años, en 1897, fundó el Red Star parisino, club que en la actualidad sigue compitiendo en la tercera división francesa.

En las trincheras

Uno de los capítulos más desconocidos de la biografía de Rimet es su participación en la Primera Guerra Mundial. Tenía 40 años cuando estalló el conflicto. “Quedó asignado al XXII Regimiento de Infantería, destinado en Rouen, donde pasó a ser cabo y después sargento.

Tras la defensa de los canales del Deule fue enviado a orillas del Somme: allí combatió en una de las batallas más sangrientas de la historia”, como detalla el periodista Miguel Ángel Lara en ‘Futbolistas en las trincheras’.

Rimet llegó a alcanzar el grado de subteniente. Era experto en ametralladoras y llegó a inventar un telémetro para medir distancias en el campo de batalla. Recibió la Cruz de Guerra el 20 de octubre de 1918 y meses después, fue desmovilizado, para recibir la Cruz de la Legión

De vuelta al fútbol

Acabada la guerra, Rimet volvió a dedicar todos sus esfuerzos al fútbol. En 1919 fue nombrado presidente de la federación francesa y dos años más tarde, de la FIFA, que durante la guerra se había mantenido viva de milagro –gracias a la labor de su secretario honorario, Carl Anton Wilhem Hirschmann.

Los Juegos Olímpicos de Amsterdam, en 1928, convencieron definitivamente a Rimet: la idea de crear un campeonato mundial de fútbol era posible. Podrían jugar futbolistas profesionales, a diferencia de los Juegos, que solo admitían ‘amateurs’. Rimet decidió que el Mundial se jugase cada cuatro años, en los años pares no bisiestos, para no coincidir con los JJOO.

Barcelona, ciudad capital en la historia de la FIFA

El proyecto de Rimet se hizo oficial en el congreso que la FIFA celebró en 1929 en Barcelona, con motivo de la inauguración de la Exposición Universal: Uruguay fue elegida como sede del primer Mundial, a disputarse en 1930.

Rimet pidió a un conocido joyero francés, Abel Lafleur, que se encargase del diseño del trofeo: una estatuilla alada que sostenía una especie de envase hexagonal sobre la cabeza, inspirada en Niké, la diosa griega de la victoria. Medía 30 centímetros y pesaba cuatro kilos. 

En 1946, la FIFA decidió que el trofeo pasase a llamarse ‘Jules Rimet’. Así se mantuvo hasta 1970, cuando Brasil la ganó por tercera vez y por tanto, siguiendo la normativa de la FIFA, se la quedó en propiedad. 

Rescatando el Mundial

En 1950, con una Europa aún traumatizada por la guerra, Rimet logró que el Mundial volviese a disputarse: se celebró en Brasil. También logró convencer a Inglaterra para que participase por primera vez en un Mundial, ya que hasta 1950 los ingleses habían sido a reacios a medir su –supuesta- hegemonía futbolística con otras selecciones. 

El último servicio a la FIFA de Jules Rimet fue entregar la copa de campeón al capitán de Alemania tras la final del Mundial de 1954.

Falleció en Berna en 1956, a los 83 años, pocos meses después de ver su nombre entre los candidatos al premio Nobel de la Paz, por su contribución al acercamiento de los países a través del deporte. Sin embargo, el Nobel de la Paz quedó desierto tanto en 1955 como en 1956.