Fue como regresar a junio de 2018, a aquel magreo interminable de la pelota contra un rival anclado en su campo y al que España apenas fue capaz de rozar la cara durante dos horas hasta que los penaltis le señalaron el camino de vuelta a casa. Cuatro años; nula evolución. La selección sigue jugando el mismo partido anodino y absurdo sin entender que los contrarios han aprendido a anular ese estilo hasta reducirlo a la nada.

Da igual que sea Marruecos, Japón o Alemania. Equipos mejores o normalitos (como ayer Marruecos) encuentran la manera de reducir y luego castigar a una España que vive en el permanente autoengaño de la posesión, de los récords de pases en campo contrario o de goleadas ficticias como la conseguida en la primera jornada ante Costa Rica sobre la que se extrajeron conclusiones demasiado precipitadas sin atender al nivel de lo que había enfrente.

La cuestión es que desde que este método de Luis Enrique se aplica en los grandes torneos (últimos dos Mundiales y Eurocopa) España solo ha sido capaz de derrotar a Irán y a Costa Rica; y ha fallado en los ocho partidos restantes.

Falta de calidad

No se puede avanzar en un gran torneo como un Mundial sin la aparición de los jugadores diferenciales. Este fútbol es cada vez más igualado; las selecciones juegan en muchos momentos a anularse, el conocimiento táctico se ha multiplicado y los partidos se convierten en duelos estrechos, difíciles de digerir en muchos casos, que acaban inclinándose por las apariciones puntuales de los futbolistas que justifican el pago de una entrada. En este Mundial han empezado a asomar en casi todas las grandes selecciones. España no tiene de eso. No hay un solo futbolista en esta selección que despierte temor en el rival con su sola presencia, que sea capaz de incendiar un partido con un ramalazo de talento. Hay calidad, pero no la que inclina partidos grandes.

El partido que quiere el rival

Luis Enrique y sus jugadores, instalados en la eterna autocomplacencia, se agarran como consuelo a la posesión avasalladora. Lo que no parecen entender es que ése es el partido que selecciones como Marruecos quieren jugar, que España tenga la pelota hasta el aburrimiento en una zona donde no hace daño. Y la selección insiste en ese plan sin ofrecer una alternativa ante el rival. Podría plantearle una salida distinta, devolverle la posesión, intentar sacarle de esa hoja de ruta...pero no hay forma.

España no se separa un metro de un guión que funcionó en su momento, pero que ya no vale para este fútbol o para estos jugadores. Opciones como utilizar dos puntas tampoco se manejan entre otras cosas porque la convocatoria se hizo atendiendo a que solo se iba a jugar “una clase de partido”. Tanta inflexibilidad acaba por ser una condena.

Resumen, goles y highlights del Marruecos 0* - 0 España de octavos de final del Mundial de Qatar

Resumen, goles y highlights del Marruecos - España MEDIAPRO

La selección marroquí tenía clara su idea. Contener a España y aprovechar sus contadas salidas para correr. Y lo hicieron hasta el punto de que estuvieron más cerca del gol que la selección de Luis Enrique. En un partido de pocas oportunidades, las más claras cayeron en la prórroga a los pies de Cheddira que demostró estar muy lejos del mínimo exigible. Si en el campo llega a seguir En-Nesiry...

Boufal

El exfutbolista del Celta fue uno de los protagonistas del primer tiempo en el que cada vez que recibió le generó un problema considerable a Marcos Llorente, extraño lateral elegido por Luis Enrique. Boufal le destrozó casi siempre y especialmente en aquella jugada en la que le sentó sin necesidad de tocar la pelota. Uno de esos tipos que hacen de este deporte un lugar mejor, más divertido. En el segundo tiempo se marchó del campo completamente reventado.

El mejor del partido

Achraf Hakimi demostró que es uno de los mejores laterales del mundo, pero no se puede analizar esta eliminatoria sin mencionar el partido extraordinario de Amrabat. En lo físico y en lo futbolístico. El medio del campo español acabó anulado por él. Estuvo siempre en su sitio, con la pelota tiene un enorme criterio y en el minuto ciento veinte estaba pegando carreras de treinta metros.