Cual Sisífo rodando pendiente abajo arrastrado por la piedra, Leo Messi ha concluido la mayoría de sus desafíos con la albiceleste de igual forma. Hasta que ganó la Copa América en Maracaná, título que, sin embargo, no le sirve para alcanzar la dimensión celestial de Diego Armando Maradona, al que la consecución del Mundial 86 encumbró al Olimpo futbolístico. Aunque algunos sostenemos que futbolísticamente tuvo más mérito llevar a la final del 90 a una selección más mediocre, el título en el Azteca colocó al Pelusa en un estatus que no tiene Messi. Y ahora en tierras qataríes Leo dispone de su última bala para equipararse a Diego conquistado el Mundial. 

La Scaloneta

Messi llega al Mundial de Qatar con lo más parecido a un equipo que ha tenido con Argentina. Al mando está otro Leo, Scaloni, exjugador del Deportivo que solo había dirigido a un equipo de niños Sub-14 en Mallorca, donde tiene casa y pasa largas temporadas. Futbolista honrado y sudoroso, Scaloni ha sabido crear un hábitat favorable en el que Messi se sienta cómodo y ofrezca la versión más parecida a sus gloriosos años de azulgrana. La Scaloneta, como han dado en llamar a esta selección argentina, está enclavada en el grupo C, donde se medirá el martes 22 (11:00 horas) a Arabia Saudí, el sábado 26 a México a las 20 horas y el miércoles 30 a Polonia, a la misma hora. 

Scaloni ha reclutado un equipo plagado de estrellas que funciona como un ejército a las órdenes de Messi. Un equipo sobrio atrás con ‘Dibu’ Martínez en portería por delante de Armani y Rulli. Lideran la zaga con aspereza Otamendi, Lisando López y el bético Pezzella, ocupando las orillas Nahuel Molina, los sevillistas Montiel y Acuña, Tagliafico y el villarrealense Juan Foyth. En la medular hay músculo y buen pie con Leandro Paredes, De Paul y Guido Rodríguez. Tipos capaces de quitar y llevar la pelota hasta Messi, donde el fútbol se acelera y Argentina se convierte en candidata. Y al lado del crack del París Saint-Germain Scaloni despliega un arsenal ofensivo de primer nivel mundial con atacantes de todos los perfiles. Desde extremos como Ángel Di María a killers como Lautaro Martínez o Julián Álvarez, fantasistas como Paulo Dybala, o llegadores como Nico González o Correa. 

Argentina, también la futbolística, vive instalada en el exceso. Si golea en el primer partido a Arabia se desatará la euforia. Si sufre con México, pedirán la cabeza de Scaloni. En un país en el que la euforia convive con el drama, el peor enemigo de la albiceleste serán ellos mismos. De Catar saldrá Messi marcado para siempre: si gana le sentarán a la mesa con Maradona. Si pierde será un eterno ‘pechofrío’. Ganar o fracasar. Porque como advertía Calamaro "en Argentina no se perdona a los neutros".