Una niña ha sido la protagonista de la audiencia de los miércoles del Papa Francisco. Como es habitual, el pontífice se dirigía a los fieles cuando ha aparecido una niña y ha empezado a jugar. Se ponía de rodillas, daba palmas e incluso se ha plantado delante del Papa, reclamando su atención. Francisco ha pedido que no se la llevaran. La madre había intentado que la niña se quedara quieta, pero le fue imposible.