En abril del año que acaba de terminar, mi hija Helena, la única que tenía, murió por el impacto recibido en su coche por un coche cuyo conductor conducía bajo los efectos del alcohol. Ella tenía sólo 20 años. Por ello quiero compartir con vosotros estas reflexiones:

Las muertes en carretera de los jóvenes de 18 a 20 años representan del total de la población un 8% y de 21 a 24 años un 11%. Esta sangría tiene que acabar. No podéis convertiros en sólo una estadística para esta sociedad. Nadie pide hacer una manifestación por esta pérdida y se producen más víctimas que por cualquier tipo de terrorismo o por cualquier enfermedad. Parece algo normal, los jóvenes beben, corren, circulan a altas horas de la madrugada. Estos no son motivos para morir. Hay jóvenes responsables, que no corren, que no beben, que mueren a las cuatro de la tarde, como es el caso de Helena. El presunto culpable de la muerte de mi hija no sufrió ningún daño físico, no se le ha retirado el carnet y no está en prisión, hasta que no se celebre el juicio.

De nada sirve retrasar la edad de obtención del carnet de conducir o inculcar miedo, tampoco que los jóvenes no conduzcan por la noche, éstas no son soluciones. La solución pasa por formar personas responsables, por aplicar las leyes a los culpables con máximo rigor y por cambiar modos y costumbres, es decir, no conducir bajo los efectos del alcohol, ni jóvenes ni adultos, no lo permitáis.

Todos tenemos una parte de culpa. Primero, los que producen los accidentes, después los fabricantes de coches preparados para correr más de lo autorizado, los políticos, que no consiguen con sus propuestas proteger la vida de los jóvenes, los jueces que no aplican el máximo de las penas o castigos ejemplarizantes, los padres que lloran las pérdidas y gritan, pero no consiguen que nadie les escuche.

Sois el futuro y nuestro futuro. ¡Despertad! No dejéis que os arrebaten la vida y nadie pague por ello. No dejéis que la gente se acostumbre a pensar que tenéis que perder la vida, es demasiado pronto, tenéis muchas cosas todavía por hacer. Por una vez no esperéis que los demás os resuelvan los problemas, implicaros en cambiar este mundo. No podéis pasar a la historia como "la generación del teléfono móvil, los mensajes con un nuevo vocabulario (donde faltan la mitad de las letras) y cada fin de semana uno o más jóvenes pierden la vida en un accidente de tráfico". A Helena le encantaba conducir. Estaba llena de vida y alegría, ella os habría mandado este mensaje "¡Quiero Conducir, Quiero Vivir!"

Compartid con vuestros padres esta carta, ellos recordarán una canción de nuestra época que decía así "...no, no señor, yo no estoy loca, estuve ayer, pero fue por amor...." y yo en este momento os digo, sí estoy loca, pero es de dolor.

Flor Zapata, madre de Helena - Madrid