¿Nuevos o cuarentones? Duelo generacional en el caladero de Malvinas
La campaña del calamar loligo 2025 arrancó con el estreno de tres buques de última generación. Pero las unidades más veteranas, de hasta cuatro décadas y protagonistas incluso de conflictos internacionales, han mantenido el tipo en su «batalla» por lograr la mayor cantidad en capturas.

«Prion» y «Nuevo Alcocero» / L. Graña / Magar

En la pesquería de calamar loligo de Malvinas se realizan —en circunstancias normales, que están brillando por su ausencia últimamente— dos zafras al año. Cada vez que remata cada una de ellas, y con las bodegas recién selladas, se repite la liturgia: empieza a circular por los móviles un listado de todos los buques sus correspondientes toneladas capturadas.
Hay rankings muy elaborados, con bonitas maquetaciones e imágenes de fondo; otros son más caseros, una simple enumeración de nombres de pesqueros junto a una cifra.
Barco n - equis toneladas.
Barco n - equis toneladas.
Así, hasta dieciséis, todos con capital gallego. Es una manera de compartir, como se ha hecho siempre, cómo ha ido la campaña. Solo que ahora se difunde por whatsapp y que en esos listados, debido al proceso de renovación de flota ejecutado hasta la fecha, se produce una curiosa competencia: hay barcos nuevos, casi a estrenar, que rivalizan en productividad con otros pagados en pesetas y que hasta fueron protagonistas de conflictos geopolíticos de hace casi cuarenta años.
A veces gana uno de los más modernos, como sucedió en la primera zafra de este año. En la segunda, que también terminó anticipadamente por la debilidad en la biomasa del calamar, el número uno se lo quedó un irreverente cuarentón. Histórico, eso sí, pero de los más veteranos.
El hecho es que en aguas malvinas —y estos días, en las rías de Vigo y Pontevedra— conviven unidades como los Prion y Argos Berbés, con sus inéditas proas tipo invertida, con emblemas a flote como el antiguo Nuevo Alcocero (ahora Beagle F1) o el Igueldo (ex Friopesca Uno).

«Friopesca Uno».
Detenidos
Este último vivió en carnes el golpe que sufrió la flota a principios de los noventa con la independencia de Namibia y la extensión 200 millas mar adentro de su zona económica exclusiva (ZEE). El entonces Friopesca Uno fue parte de un doble encargo —con el Friopesca Dos— asignado a la desaparecida Hijos de J. Barreras por 2.450 millones de pesetas de entonces. Las autoridades namibias acusaron a ambos pesqueros de faenar en sus aguas sin autorización y fueron aprehendidos en noviembre de 1990, al igual que el Frioleiro (no fue liberado hasta agosto de 1995; el juicio se celebró en noviembre de 1993), Puente Belesar e Isla de Tambo. En torno a 160 marineros gallegos llegaron a estar retenidos en Lüderitz.
El capitán del Friopesca Uno fue condenado al pago de una multa de 400.000 ZAR (zuid-afrikaanse rand, la moneda sudafricana), intercambiable por seis años de cárcel en caso de impago. Hoy este arrastrero congelador pertenece a la joint venture de Marfrío y la malvina Beauchêne Fishing Company, que también es socia de Copemar en el mismo caladero y operan conjuntamente el Hadassa Bay, estrenado este año en reemplazo del destruido Baffin Bay. El Igueldo —fue renovado con una inversión superior a los 9 millones de euros— es uno de los fijos en las posiciones más privilegiadas el ranking de capturas. Lo mismo que el Friopesca Dos, que ahora lleva el nombre Argos Pereira en el casco.

Armon
A la Antártida
En esta dulce convivencia entre los nuevos y veteranos está el buque de mayor envergadura de esta pesquería gracias a sus 100,67 metros de eslora: el Beagle F1, ensamblado en las instalaciones de Construcciones Navales Santodomingo como Nuevo Alcocero. En su completísimo historial de navegación lleva a gala haber participado en la campaña Antártida-8611, mano a mano con el Pescapuerta Cuarto y realizada entre octubre de 1986 y febrero de 1987. El cometido del que es hoy el Beagle F1 fue «estimar la rentabilidad potencial de los recursos pesqueros en el Arco de Scotia y a medir los niveles de ozono atmosférico», como ha explicado la investigadora Carmen Piñeiro, una de las cuatro mujeres que participaron en aquella expedición dirigida por Eduardo Balguerías.

«Beagle F1», «Prion», «Argos Berbes», «Argos Pereira», «Argos Vigo», «Golden Chicha» e «Igueldo» (en Bouzas), este domingo en el puerto vigués. | / Alba Villar
Ahí, liderando (a veces) esa lista que rula por los móviles con toneladas de pesca de calamar se erige el incorruptible Sil, un encargo de Pescanova SA de 1986. Fue el último buque que mandó construir desde cero, hasta transferir todo su negocio a Nueva Pescanova, y le costó 1.325 millones de pesetas. Reemplazó a otro del mismo nombre que se había hundido cinco años antes a 26 millas de Sálvora tras un incendio en la bodega. El Sil está participado por la pesquera Lafonia; fue una de las desinversiones de la multinacional de Chapela tras el concurso de acreedores.
En esta nómina, y aunque ya está retirado de la pesca de calamar, tendrá siempre un hueco el que se convertiría en el primer congelador de Pescapuerta: Capricorn (ex Cieisa Uno, ex Pescavigo Uno). Por aquello de la nostalgia, aunque sea; el broker Albino Morán le busca comprador por 3,5 millones de dólares.
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