Un salvavidas del cielo al mar
Satlink, los atuneros gallegos y varias ONG costeras se unen en un proyecto que cumple su tercer año dando «una segunda vida» a las boyas que la pesca de cerco emplea para monitorizar sus aparejos. La funcionalidad GPS de los dispositivos y sus ecosondas se aprovechan para recopilar información oceanográfica esencial, rastrear tiburones o recoger la basura marina que inunda los océanos.

Un voluntario extrae del mar varias redes monitorizadas con una de las boyas del proyecto ReCon, justo a sus pies. / FdV
La tecnología que ayuda a los atuneros gallegos a pescar también sirve para proteger la biodiversidad que habita en los océanos. Puede parecer contradictorio, pero esta es la realidad del proyecto ReCon, una iniciativa impulsada por Satlink con la colaboración de más de 150 barcos que hoy preserva puntos tan sensibles como la Gran Barrera de Coral de Australia, donde ya han recogido más de siete toneladas de residuos que fomentan la pesca fantasma. La iniciativa arrancó en 2022 cuando la ONG Tangaroa Blue Foundation (TBF) llamó a la puerta de la tecnológica española —centrada en el desarrollo de soluciones de Internet de las Cosas (IoT) y de conectividad end to end (E2E)— al encontrar una de las boyas que la flota cerquera emplea para monitorizar sus aparejos. El dispositivo se había extraviado hasta acabar arribando a la costa, como muchos otros que inevitablemente se pierden en plena faena arrastrados por las corrientes. La organización sugirió entonces aprovecharlos —el potencial del hardware valía la pena—, pero necesitaba el permiso de sus dueños, las pesqueras. El nexo entre ambas fue y sigue siendo la firma satelital, proveedora del servicio que conecta estos artilugios a la red a través del espacio.
Hoy el programa cumple tres años por todo lo alto, con el éxito que supone haber configurado un salvavidas que va del cielo al mar y está presente ya en una quincena de países, impulsando la investigación y la ciencia al mismo tiempo que promueve la sostenibilidad. Nueva Caledonia, Micronesia, Islas Salomón... Casi todos los trimestres se van sumando nuevos territorios y entidades locales. Ahora también se constituyen como socios The Pacific Community, Nature Conservancy, Project Biodiversity, Bazaruto Center for Scientific Studies o Ripples to waves, que explotan la funcionalidad GPS de las boyas y sus ecosondas para trazar planes que apoyan la pesca artesanal, sirven para recopilar datos oceanográficos con los que estudiar el entorno marino o ayudan a rastrear tiburones.

Voluntarios de Tangaroa Blue Foundation durante una de las campañas de recogida de residuos realizadas en la Gran Barrera de Coral de Australia, posible gracias al proyecto ReCon, que reutiliza las antiguas boyas de los atuneros para rastrear la basura marina y limpiar los océanos. / FdV
«Es una tecnología muy adaptable y muy potente. Es una herramienta que puede ser muy útil para estas ONG, muchas de las cuales no tienen el presupuesto necesario para poder comprarla», explica la directora de Ciencia y Sostenibilidad de Satlink, Kathryn Gavira. En el caso de España, la empresa colabora con toda la flota de la Organización de Productores Asociados de Grandes Atuneros Congeladores (Opagac), un total de 46 cerqueros congeladores de nueve armadoras que se han comprometido a recoger las boyas desperdigadas por el océano, con el objetivo de facilitar su reutilización. En esta agrupación se incluyen las gallegas Jealsa y Calvo —a través de Central Tuna Management Corporation—, así como Compañía Europea de Túnidos —con domicilio social en Madrid, pero sede en Mos—, Bolton Food —que cuenta con planta en O Grove— y Grupo Albacora —en Gondomar—.
Uno de los usos más frecuentes que se le está dando a estos dispositivos en su nueva vida es para monitorizar y recoger los residuos que permanecen a la deriva. En Australia, Tangaroa Blue Foundation reparte las antiguas boyas de los pesqueros a los barcos recreativos y de buceo que navegan por la Gran Barrera de Coral, para que los lleven a bordo por si se cruzan con alguna acumulación importante de basura marina. Si así sucede, los voluntarios enganchan el aparato a los desechos, lo activan y comienzan a transmitir su posición con un doble fin: controlar que la masa identificada no se acerca a una zona sensible y saber en todo momento su posición para poder enviar una embarcación provista del equipo necesario para extraerla. Así consiguen ir «a tiro fijo», aumentando la productividad de las campañas de recogida y reduciendo su huella en el medio.
La inmensa mayoría de las boyas que se recuperan son reutilizables, en torno al 90%. Y las que no lo son se reciclan, aprovechando sus materiales por separado para otros usos. Han recogido ya «cientos y cientos, si no más». Y pese a ello solo es el inicio de este proyecto, ReCon, que ha logrado aunar tecnología, pesca y sostenibilidad.
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