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La industria pide un control efectivo a la UE sobre pesca irregular: «Somos un coladero»

Reclama blindar el mercado de importaciones que no permitan garantizar la trazabilidad del producto

«De nada nos vale una parada biológica del potón si hay flotas que no paran nunca», clama un directivo

Las compras, al alza

Un «ronqueo» ya tradicional que sigue llamando la atención. La segunda jornada de Conxemar trajo de nuevo el «ronqueo» de pez espada realizado por la Organización Interprofesional de la Pesca en España, Interfish-España. El despiece en directo del ejemplar (aportado por la empresa Matrice Tuna) atrajo las miradas de los asistentes, con muchos curiosos que presenciaron el espectáculo y posterior degustación de productos a base de pez espada, tintorera y marrajo.

Un «ronqueo» ya tradicional que sigue llamando la atención. La segunda jornada de Conxemar trajo de nuevo el «ronqueo» de pez espada realizado por la Organización Interprofesional de la Pesca en España, Interfish-España. El despiece en directo del ejemplar (aportado por la empresa Matrice Tuna) atrajo las miradas de los asistentes, con muchos curiosos que presenciaron el espectáculo y posterior degustación de productos a base de pez espada, tintorera y marrajo. / Alba Villar

Lara Graña

Lara Graña

Vigo

En el registro de establecimientos autorizados por la Comisión Europea para importar productos de la pesca procedentes de China —actualizado a fecha del pasado 22 de septiembre— constan 556 buques. Uno de ellos es el Zhou Yu 928, propiedad de la compañía CNFC Zhoushan Marine Fisheries. Apenas toca tierra: en los últimos cinco años este potero fue a puerto solo en tres ocasiones, por un total de siete meses de parón; los otros 53 los dedicó a pescar, sin descanso, frente a las costas de Perú y alrededor de las Galápagos, como exhiben sus datos de posicionamiento AIS. Aguas internacionales, en todo caso, en las que la actividad «está sujeta a la normativa laboral del país de la bandera del barco, sin obligación explícita del respeto de la normativa internacional», expone el director general de una de las principales operadores del mercado en España.

«Desde luego que no son el 100%, pero todos hemos visto lo que pasa a bordo de algunos de esos barcos. Pero sus capturas pueden entrar sin problemas en Europa, pase lo que pase a bordo», complementa otro empresario consultado durante la segunda jornada de Conxemar. ¿Hay un control efectivo de todo el pescado que entra en la Unión Europea? Todas las empresas cuestionadas en la feria aseguran que no. «No hay competencia leal, es un coladero».

Un primer ejemplo: buque de pabellón británico (Red Ensign), con el 49% de capital gallego, que faena calamar loligo en Malvinas. «El acceso a la pesca tanto aguas nacionales como en aguas internacionales —para esta flota— requiere una autorización específica», que incluye «ciertas obligaciones, algunas de ellas vinculadas al cumplimiento de requisitos establecidos de la bandera», apuntalan desde una de estas joint ventures con participación viguesa. Por ejemplo, un «sistema de notificación de capturas» para evitar pesca INDRN (siglas en inglés de pesca ilegal, no declarada y no reglamentada); «desconocemos el control por parte de la bandera de los barcos chinos».

Además, cada buque debe disponer del sistema VMS —conocido como caja azul, es un dispositivo de control a distancia— «siempre operativo», así como el AIS encendido en todo momento «y a máxima potencia». Esta compañía consultada asegura que la flota asiática «suele trabajar con una señal muy débil, lo que evita tener monitorización constante y posibilita la desconexión manual bajo esa excusa. Además, en ocasiones los barcos cambian de nombre durante el período de pesca para dificultar la trazabilidad». Son 16 los arrastreros con licencia malvina para calamar loligo, todos ellos con participación gallega: de Pescapuerta, Pereira, Rampesca, Chymar, Lafonia, Copemar y Marfrío.

Flota asiática, en naranja, este miércoles frente a la costa de Perú

Flota asiática, en naranja, este miércoles frente a la costa de Perú / FdV

Otro ejemplo. En la costa peruana operan factorías de capital gallego —de Nueva Pescanova, Profand o Marfrío— especializadas en la elaboración de potón (Dosidicus gigas), que adquieren a la flota tradicional y que es el sustento económico de miles de familias. Este mes de noviembre el recurso —uno de los de mayor relevancia mundial para consumo humano directo— estará en veda para proteger el desove. El problema, de nuevo, radica en el enjambre de embarcaciones, de nuevo asiáticas, que extraen miles de toneladas de esta especie en aguas internacionales. «De nada nos vale una parada biológica del potón si hay flotas que no paran nunca», censura el directivo de una de estas compañías. El pasado verano, de hecho, la escasez de potón levantó todas las alarmas; la Sociedad Nacional de Pesca Artesanal del Perú (Sonapescal) vinculó la caída abrupta de la biomasa a las «flotas chinas que operan sin ser monitoreadas».

Trazabilidad

Una de las reclamaciones que más urge la industria es que se apliquen a terceros países los baremos que han de cumplir las fábricas o armadoras gallegas a la hora de importar o comercializar sus referencias, y solo controlando la trazabilidad al completo y sancionando a aquellos países que no cooperan contra la pesca ilegal será posible competir en igualdad. Y eliminar agujeros negros. «Si tú importas una mercancía de uno de estos barcos que trabajan sin regulación y elaboras el producto en España, la etiqueta pasa a ser española», abundan las fuentes consultadas. «¿Puedes comprar pescado alegal, reprocesas y listo? No puede ser», constatan otras. «Necesitamos que se distinga perfectamente entre calamar loligo de Malvinas, que se obtiene con todas las garantías, y la pota que capturan los barcos asiáticos fuera de aguas argentinas», remachan. No se atisba posibilidad alguna por parte de Bruselas de apercibir a China por las prácticas de su flota de larga distancia.

Intensa segunda jornada de feria

La 26 edición de la feria de Conxemar arrancó este martes con una intensísima afluencia de visitantes que volvió a replicarse ayer —ya sin dificultades en los distintos accesos al recinto ferial de Cotogrande— y que anticipa datos históricos de participación. El certamen, que cierra hoy sus puertas, ha contado con 812 expositores, 42 más que en la anterior edición, provenientes de 46 países. La sensación en las empresas ha sido muy positiva.

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