«Mortal» pasión turca en aguas de Mauritania

Decenas de pesqueros de capital turco operan en el caladero mauritano en zonas prohibidas y esquilmando pesquerías pelágicas, ya agotadas en varias zonas. Traspasan sus dispositivos AIS a barcas auxiliares para operar, casi siempre de noche, al margen de cualquier control. «Llegaremos al colapso total. El jurel y la caballa ya casi no se encuentran».

Buques de capital turco, en aguas del caladero mauritano

Buques de capital turco, en aguas del caladero mauritano / FdV

Lara Graña

Lara Graña

Vigo

Cuando Guillermo llegó a trabajar al caladero de Mauritania, donde ejerce de capitán, se encontró con «pesca en abundancia y tamaños muy por encima de los legalmente exigidos». Mucha variedad de especies, con todo tipo de pelágicas o los codiciados cefalópodos, que han llevado a un buen puñado de buques otrora gallegos a abanderarse en el país magrebí, de mano de sociedades mixtas, para extraer pulpo o calamar. Compañías como Pescapuerta, Pereira o Baipesca han reforzado su capacidad en los últimos años, con socios locales, y buques como los ex Monte Víos, Manuel Mascato, Balamida, Avedal, Ramos Primero o Portomayor. Pero de aquel vergel con el que se topó Guillermo —que no es su verdadero nombre porque «aquí es muy peligroso hablar de según qué personas»— ya no queda casi nada. Fuentes de empresas gallegas asentadas en el país constatan el triste testimonio de este capitán.

Cerqueros turcos

Porque decenas de cerqueros turcos de gran capacidad han elevado la presión sobre las pesquerías a un nivel «insostenible», operando de manera irregular, en zonas protegidas y sin respetar tallas mínimas, como defiende este tripulante por teléfono, han denunciado ONG y divulgado medios de comunicación como el local (francófono) Cridem. Son buques que ocultan su ubicación traspasando los dispositivos AIS —sistemas de posicionamiento satelital— a barcas auxiliares «para ingresar en zonas protegidas» como el Banco de Arguin, que es zona de cría y desove. Así que las alertas de incursión en lugares vedados nunca saltan: la trampa hace creer al sistema que están faenando en áreas autorizadas. «Si esto no se detiene no pasará mucho tiempo para llegar al colapso total». Guillermo los ha visto llegar, asentarse y largar redes inmensas que no discriminan por especies o tamaños. Y, casi siempre, durante la noche. Son unos 40, calcula, los buques turcos que campan por aguas de Mauritania. A los que hay que sumar los del ejército chino, claro; solo en el puerto construido por el gigante Poly Hong Dong en Nuadibú se pueden ver, desde el satélite, más de 50 pesqueros, abarloados entre sí.

La armadora Yilmaz, la gran señalada

Tanto Guillermo como uno de los directivos consultados del sector, asentado también en Nuadibú, señalan principalmente las prácticas de una armadora: Yilmaz. Uno de sus buques es el Ilhan Yilmaz, con pabellón mauritano. Tiene 42 metros de eslora . Solo en el último mes constan más de una docena de desconexiones del sistema AIS, como ha podido constatar FARO, sin contar con las veces que habría traspasado su dispositivo a una panga o planeadora auxiliar. Guillermo lo cuenta así. «Son una flota muy mortal. Van con dos embarcaciones de apoyo con gran motorización, que son las que utilizan para montar los posicionamientos e ingresar a las áreas protegidas». Con redes «excesivamente grandes, de 650 brazas de longitud y 90 de altura», devorando todo lo que se encuentra a profundidades inferiores a 10 metros. «Mauritania —continúa el directivo consultado— no tiene medios para luchar contra estas prácticas, están desbordados». Y Guillermo abunda que, aunque los tuviera, parte de los sistemas de control están comprados. «Lo hacen con complicidad de altas autoridades, tanto del Gobierno como marítimas».

Presencia prioritara de la guardia costera

«La mayoría de los armadores encuestados —dice uno de los reportajes del periódico local— exigen la presencia física prioritaria y permanente de la guardia costera en el mar para proteger el perímetro del Banco de Arguin y que los piratas sean llevados ante la justicia». La industria mauritana reclama la confiscación de todos sus buques. Del Ilhan Yilmaz, el Turk Yilmaz, Necati Reis o Eleanora. Y que sus embarcaciones sean confiscadas por el Estado.

«La sardina marroquí es migratoria pero cada año se ven menos. La ronde está igual. Lo demás, jurel y la caballa, ya casi no se encuentran». La vida se apaga para acabar en polvo, en harina, porque estos cerqueros ni siquiera tienen capacidad efectiva de congelación a bordo. Todo vale para la trituradora.

Buque auxiliar de un arrastrero de Yilmaz.

Buque auxiliar de un arrastrero de Yilmaz.

Las claves

  1. Cantidad.

    El sector estima en unos 40 los buques de capital turco asentados ya en el caladero mauritano. Operan desde el puerto local de Nuadibú.

  2. Trampa.

    Ocultan su ubicación real traspasando sus dispositivos AIS a barcas auxiliares, incluso pangas, para entrar en áreas protegidas sin que salten las alarmas.

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