Un infarto a bordo de un pesquero es accidente laboral, aunque el marinero esté descansando

El Supremo corrige una sentencia del TSJV sobre el caso de un trabajador que falleció cuando se encontraba en su camarote con el barco atracado

Puerto italiano de Empedocle, donde falleció el marinero

Puerto italiano de Empedocle, donde falleció el marinero / G. M.

Las «peculiares» condiciones en las que los marineros desarrollan su trabajo afectan también a la hora de determinar si un accidente es laboral o no. El Tribunal Supremo ha tenido que desempolvar su doctrina para resolver el caso del trabajador de un pesquero que murió de un infarto de miocardio cuando estaba descansando en su camarote. Se trató de un siniestro laboral, así que su viuda y sus hijos tienen derecho a la pensión correspondiente.

El barco en el que trabajaba este hombre, de la armadora alicantina Pesquerías Isla de Tabarca, recaló por una avería en el puerto italiano de Empedocle, en Sicilia. Durante la mañana de los hechos, el marinero trabajó en la reparación del buque, tras lo que salió a la ciudad con sus compañeros. Luego regresaron a bordo y él se retiró a su camarote. Allí se encontraba cuando, a las 19:00, le sobrevino el ataque cardíaco, por el que se desplomó y, finalmente, perdió la vida.

La cuestión llegó al Supremo después de que el Tribunal Superior de Justicia de Valencia (TSJV) corrigiese la sentencia inicial de un juzgado de lo social de Elche, que sí lo había considerado accidente laboral. Ahora, seis años después de los hechos, el alto tribunal respalda la primera decisión y reprocha al TSJV su concepción «marcadamente estricta» del siniestro de trabajo al vincularlo a tener su causa exclusiva en la ejecución del oficio.

Puerto de Santa Pola, de donde es la armadora del buque

Puerto de Santa Pola, de donde es la armadora del buque / G. M.

Los magistrados recuerdan que las características especiales del trabajo en el mar hacen que la laboralidad de un accidente se decida de manera distinta que en los empleos en tierra. Esa diferencia viene marcada tanto por el lugar, el barco, y por el tiempo de trabajo. En este sentido, aclaran que una cosa es «el tiempo de trabajo, siempre limitado, y otra la jornada efectiva, sin limitación, al existir la posibilidad de que en cualquier momento haya de ser prestada la actividad laboral».

La hostilidad del mar

La sentencia, de este modo, expone que el enfoque del tribunal valenciano implica «desplazar, implícita e indebidamente» a la parte demandante —la mujer del fallecido y sus dos hijos— la carga de probar que la dolencia fue de origen laboral, como ocurre en los accidentes en misión. En estos otros casos, cuando el siniestro se produce fuera del lugar habitual de trabajo, sí que corresponde al trabajador demostrar el nexo entre el accidente y el trabajo.

Los magistrados del Supremo, además, refuerzan su argumento con el hecho de que el marinero había dedicado esa misma mañana a la reparación y mantenimiento del pesquero. Se trata de un hecho «que fortalece la conexión de la lesión con la ejecución del trabajo».

En cuanto al lugar del trabajo, la resolución judicial, que se basa en otra del mismo tribunal de 2015, señala que cuando se analizan los riesgos laborales del sector pesquero «no se pueden comprender bien si no se tienen presentes tanto el entorno —el mar es «extremadamente hostil»— como el centro de trabajo, «centro móvil y especial en el que pueden confluir una multiplicidad de factores», desde el número de tripulantes a la dimensión del buque.

La sentencia corregida por el Supremo consideraba el camarote como el domicilio del marinero, de modo que el infarto no había ocurrido en el lugar de trabajo. Sin embargo, los magistrados aclaran que el barco tiene esa doble condición, como vivienda de los embarcados y también como centro laboral. De hecho, inciden en que los tripulantes, aunque estén descansando, siempre están a disposición de que surja la necesidad de asumir alguna tarea, sea de pesca o de mantenimiento y reparación.

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