El adiós del «Cova Balea» eleva al 20% la pérdida de flota gallega en diez años

El Novo Airiños era un palangrero de 50 metros de eslora por 10 de manga y 946 toneladas de capacidad (expresada en toneladas GT o gross tonnage). Fue construido en el desaparecido astillero MCíes en 2003 y, desde su estreno, ha portado pabellones de España, Uruguay —con el nombre de Rambla— y Belize. Ahora ondea otra bandera, la de Rusia, y ha sido rebautizado como Alpha-Crux; ha operado en los últimos meses en aguas antárticas para obtener preciada merluza negra. Pero el del antiguo Novo Airiños es un caso excepcional y no por haber sido exportado a otro país, ya que son multitud las embarcaciones que pasan por este proceso, sino por haber sido abanderado como ruso; el grueso de los pesqueros gallegos que han ido abandonando el pabellón español en la última década exhiben ahora banderas de Mauritania, Namibia, Marruecos o Sudáfrica.

59 barcos menos: el éxodo de la flota gallega

El último en partir, a falta de que en las próximas semanas lo haga el Praia de Rodeira (a Mauritania), ha sido el ya ex Cova Balea: con su adiós son ya 59 los buques perdidos por la flota gallega desde el primer trimestre de 2015 por reabanderamientos (exportaciones), según ha analizado FARO en base a los registros oficiales de la Comisión Europea. Suman 25.275,45 toneladas GT, que equivalen al 20% de toda la capacidad instalada actual del sector extractivo gallego. El Cova Balea se llama ahora Harvest Camissa y navega rumbo a Sudáfrica, incorporado ya a la flota de la compañía local Sea Harvest Corporation. Para este conglomerado opera también el Santo do Mar —de capital gallego pero con matrícula de Gran Canaria—, exportado con fecha del pasado 10 de diciembre.

El goteo imparable: barcos que cambian de bandera

El goteo es constante. Antes del Praia de Rodeira, el Cova Balea y el Santo do Mar se despidieron de la flota de bandera española el Aroamar coruñés (Angola), Alannah Riley (de Vigo a Irlanda), Mar de Alba (Gambia), Sievil (Mauritania), Manolo del Terín y Nuevo Santillana (Namibia). Y estos son solo los de los últimos doce meses.

Las causas del abandono: rentabilidad y normativa

La falta de rentabilidad para la flota en aguas comunitarias es un factor determinante, especialmente agravada con el reglamento de ejecución que veta, desde septiembre de 2022, la actividad en aguas profundas, incluso a aquellos barcos que utilizan artes fijas como el palangre, cuyo impacto en el fondo marino no ha sido certificado por ninguna entidad científica. Pero también subyace la falta de relevo generacional, máxime teniendo en cuenta que la mayor parte de los barcos gallegos son empresas familiares.

Mauritania y Marruecos: los nuevos destinos

Las atractivas pesquerías de mariscos y cefalópodos en aguas de Mauritania o Marruecos han servido de imán para la recolocación de muchas de estas embarcaciones, como ha el caso cambién del Portomayor, Costa de Malpica o Pino Ladra. En algunos casos los barcos se han mantenido en manos de capital gallego —como los adquiridos por grupo Pescapuerta para Mauritania o Vieirasa para Senegal—, pero otras armadoras como Rimbal Pêche —antigua asociada de Iberconsa— o la marroquí Astipeche son las que se han beneficiado del éxodo constante de barcos gallegos.