Krakens, pulpos «fantasma» y otros fenómenos que esconden las profundidades del océano
El hallazgo de un calamar «colosal» recuerda a hazañas previas que arrojaron luz sobre los misterios de la naturaleza que se refugian en el mar

El calamar gigante de Bares, el primero avistado vivo en Galicia en 2016 / Javier Ondicol
En las profundidades del mar, donde la luz apenas se atreve a llegar, una criatura colosal ha alimentado la imaginación y la curiosidad de marineros, científicos y, por qué no, de poetas y escritores: el kraken. Considerado durante siglos como una criatura mítica, ha ido dejando atrás la leyenda para adentrarse en el terreno de la ciencia.
El pasado 9 de marzo, durante una expedición en las proximidades de las islas Sandwich del Sur, el oceanográfico de origen vigués, Falkor Too, construido por el astillero vigués Freire Shipyard, grababa por primera vez un ejemplar vivo de un calamar gigante «hamiltoni», descubierto casi por casualidad hace 100 años. Sus 500 kilos y siete metros de longitud lo convierten en un hallazgo histórico.
Esta hazaña cuenta con algunos predecesores. El más reciente corre, precisamente, también a cargo de este mismo oceanográfico. A finales del pasado año captaban un calamar gigante denominado «de Humboldt» que se acercó para una inspección rápida de las muestras que el ROV SuBastian estaba tomando de un montículo de gusano tubular Lamellibrachia. La imagen de vídeo muestra el acercamiento curioso del gran cefalópodo a la máquina, desplazándose con la ayuda de sus brazos tentaculados y desplegando su manto. El calamar de Humboldt (Dosidicus gigas), también denominado calamar gigante, jibia gigante, jibia chilena, potón del Pacífico, potón peruano o pota, es un molusco cefalópodo de gran tamaño que llega a alcanzar los 2 metros y a pesar los 45 kilogramos.
Sin embargo, hay que ir hasta el 2016 para encontrar el primer calamar gigante avistado vivo en Galicia, concretamente en Bares. La insólita estampa solo contaba hasta el momento con un precedente, concretamente en Japón. Se trataba de un ejemplar de hembra de Architeuthis y que superaba los 100 kilos.

El calamar gigante de Bares fotografiado aún con vida. / Javier Ondicol
Otro hito relacionado con estos descubrimientos con sello vigués nos hace avanzar hasta el 2017. El biólogo y doctorando de la Universidad de Vigo Alejandro Escánez obtenía la primera grabación de un calamar gigante (Architeuthis Dux) filmado en su hábitat en aguas españolas. La grabación mostraba los tentáculos de un cefalópodo de enormes dimensiones acercándose a una cámara, atraído por su luminescencia, como si tuviera curiosidad. Coge la cámara, la zarandea y se va. Son solo siete segundos filmados a unos 500 metros bajo el océano atlántico que desvelaban que los conocidos legendariamente como kraken seguían poblando en aguas españolas.

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FdV
El nombre de Alejandro Escánez y la Universidad de Vigo ha seguido ligado a estos hallazgos. En 2023 participó en la necropsia que se le practicó en el Centro Oceanográfico de Canarias a otro ejemplar de 69 kilos y tres metros de largo. Las fotografías y análisis reparaban en aspectos y detalles como el pico del calamar, una estructura que les permite triturar y alimentarse de sus presas y cuyos anillos de crecimiento permitirán determinar la edad exacta del ejemplar.
Casper, el pulpo fantasma y otros fenómenos de la naturaleza
Al Falkor Too y la expedición del Schimidt Ocean Institute también se le debe «un encuentro fantasmal» con el pulpo Casper, una especia jamás capturada. Fue en julio del año pasado cuando lograron grabar a más de 4.400 metros de profundidad unos clips en los que pueden verse distintos planos del ejemplar de color blanco luminiscente.
Más allá de estos descubrimientos con una importantísima carga a nivel científico, las aguas gallegas han sido y seguirán siendo caladero de capturas inauditas. Y si no que se lo digan al Novo Yolanda I, que hace a penas cuatro meses desembarcó en Bueu un atún de 340 kilos que se quedó enganchado en los aparejos cuando la embarcación retiraba las nasas en las aguas exteriores de Cabo Udra. La sorpresa fue mayúscula, tanto por la presencia de una especie no demasiado habitual por estos lares como por el tamaño del atún.
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