La mención especial a Vigo del CEO de Suardiaz en su ingreso en la Real Academia del Mar
En su discurso, titulado «La gran transformación del transporte marítimo visto desde el puente de una naviera centenaria», Juan Riva alude a los profundos cambios experimentados por la industria marítima desde una perspectiva «privilegiada» como la de una empresa familia como Suardiaz

Juan Riva, durante su discurso de ingreso en la Real Academia del Mar. / FdV
El consejero delegado del grupo marítimo Suardiaz, Juan Riva Francos, se convirtió el pasado 9 de abril en Académico Número de la Real Academia de la Mar. En el solemne acto celebrado en el salón noble del Instituto de Ingeniería de España, en Madrid, Rivas pronunció un discurso en el que Vigo tuvo un protagonismo especial, un papel destacado que también se mantuvo en el discurso de contestación a cargo de José María Blanco Núñez.
Titulado «La gran transformación del transporte marítimo visto desde el puente de una naviera centenaria», Juan Riva explicó que su discurso no solo aludía a los profundos cambios experimentados por la industria marítima, sino también a la «perspectiva privilegiada» de observarlos desde una empresa familiar con casi un siglo de historia. A continuación, extractamos las partes centrales y más vinculadas a Vigo del discurso del CEO de Suardiaz:
La muerte del tío Rafael, cuando se incendió el «Velázquez» en Vigo
«Permítanme retroceder en el tiempo hasta los años 80, un período crucial para mi vida y para nuestra empresa. En ese momento, nuestra familia sufrió la pérdida de D. José y D. Rafael, los fundadores de Suardiaz. Con su fallecimiento, se cerró una etapa brillante de liderazgo, pero se abrió otra llena de desafíos.
Uno de esos desafíos ocurrió durante la capilla ardiente de mi tío Rafael. En esa tarde solemne, recibimos la noticia de que el buque Velázquez, un moderno Ro-Ro construido en los astilleros Bazán, había declarado un incendio en la entrada de la ría de Vigo. Sin dudarlo, me dirigí al lugar para coordinar las operaciones junto al director de nuestra delegación.

Juan Riva (tercero por la derecha), con la medalla y el diploma acreditativo de su ingreso en la Real Academia del Mar. / FdV
Anochecía cuando llegué a Vigo. El barco, cargado de semirre-molques y vehículos de la fábrica de Citroën en Vigo, era una gran bola de fuego que derivaba a la altura de Baiona bordeando la isla de San Martín, las corrientes marinas de la zona lo estaban conduciendo a mar abierto, sorteando milagrosamente los bajos de las “Serralleiras” y otras múltiples “pedras” que emergían traicioneras frente a la costa. La tripulación había conseguido abandonar la embarcación solo unos minutos antes.
Comenzamos a seguir la trayectoria del Velázquez, conduciendo nuestro vehículo por las “corredoiras” que serpentean entre los eucaliptos de la costa. Estábamos siendo testigos, no solo del drama del incendio, sino también de las complejidades de nuestro entorno.
En un momento dado, ya de madrugada, nuestro coche fue rodeado por otros vehículos cuyos faros nos deslumbraron. Pronto entendimos lo que sucedía: nos habíamos cruzado con un grupo de contrabandistas que, al parecer, realizaban una “descarga”.
Recuerdo vívidamente el grito de mi director: “¡Son los narcos, salgamos de aquí!”. Sin pensarlo dos veces, huimos para evitar interferir en sus actividades y las consecuencias que nos podían acarrear.
Finalmente, al amanecer, contemplé al Velázquez siendo remolcado hacia el puerto de Vigo por el Alonso de Chaves, reducido a un amasijo de hierros, pero salvado de la tragedia medioambiental que pudo haberse producido, gracias a la pericia de los profesionales de Salvamento Marítimo y a nuestro Director Técnico Pedro Bustillo.
Pronto me di cuenta, de que las fuertes emociones, que nuestro negocio puede deparar no habían hecho más que empezar. Y, como dijo Winston Churchill, aprendí de golpe que nuestro trabajo iba a ser “una prueba constante de carácter…” “… el éxito nunca es definitivo, el fracaso nunca es fatal, pero lo que importa es el valor para continuar”.
La pérdida de los fundadores de una compañía, pilares de un legado familiar, ya es de por sí un hecho conmovedor; sin embargo, la coincidencia de aquel suceso con el incendio del buque Velázquez parece casi una metáfora del desafío que supone la continuidad de un proyecto intergeneracional en medio de la adversidad».
Discurso del CEO de Suardiaz, Juan Riva, en su ingreso en la Real Academia del Mar
Discurso del CEO de Suardiaz, Juan Riva, en su ingreso en la Real Academia del MarOrígenes de Vapores Suardiaz
«En 1906, D. Antonio Suardiaz, arquitecto de formación, supo trasladar su visión empresarial al mar. De esta forma, encargó el primer barco de acero en Asturias, conocido como el vapor An-tonio López a través del astillero Juliana Constructora Gijonesa.
De hecho, ya en el año 1893 su hermano Manuel, ingeniero de profesión, había mostrado este carácter emprendedor, montado la fábrica de cerveza Suardiaz Bachmaier, que posteriormente paso a denominarse La Estrella de Gijón.
La Naviera, desde sus comienzos figuró con el nombre de Vapores Suardiaz.
El primer buque que explotó, denominado El Comercio, hacía navegación de cabotaje con carbón retornando a Gijón con cargamentos de pinos para las apeas de las minas. Hay que tener en cuenta que no existía prácticamente trasporte por carretera, por lo que el medio más utilizado en ese tiempo era la vía marítima.
Posteriormente coincidiendo con una gran crisis que asoló la región en 1929, Antonio Suardiaz, con la idea de contribuir al desarrollo de Asturias, de la que era un gran entusiasta, se compro- metió a la construcción de varios pequeños buques: Sancho Panza, Zuluaga, Capricho, Cervantes, Don Quijote, Melchuca, Goya, etc.
Más tarde estalló la Guerra Civil y de esa época es interesante leer la crónica de Alfonso Fernández (uno de los primeros trabajadores) que describía su incorporación a la Compañía en 1936. Él explicaba “…al frente de la oficina estaba solo D. Antonio Losada ya que los propietarios D. Antonio Suardiaz y su sobrino D. Juan Valdés VIII Marqués del Real Trasporte, se encontraban en paradero desconoci- do” (a su hermano Luis, VII Marqués del Real Trasporte, lo habían asesinado en Villaviciosa en Julio de ese mismo año).” Recuérdese, estábamos en plena Guerra Civil y no se respetaba la vida de las personas consideradas desafectas…”, añadía el Sr Fernández.
Durante dicha Guerra, la flota fue incautada y utilizada tanto por las fuerzas republicanas como por las tropas nacionales, dejando a la compañía en una posición crítica. Poco después, en 1937, D. Antonio Suardiaz falleció, dejando un vacío que amenazaba con la desaparición definitiva del negocio.
Fue entonces cuando su hermana, Cristina Suardiaz Valdés, asumió la responsabilidad de gestionar el legado familiar. Con una admirable fortaleza, Cristina (mi abuela, a la que llamábamos Mama Gijón) decidió ofrecer la gestión del negocio a sus hijos, mi tío Rafael y a mi padre José, en 1944, quienes tomaron una decisión valiente: reabrir la empresa que había sido cerrada y liquidada tras los años de conflicto.
A partir de ese momento podemos decir que bajo los auspicios de D. Rafael y D. Jose empieza la historia del Grupo Suardiaz que acabó convirtiéndose a lo largo del siglo en un referente de las navieras españolas.
Enseguida comenzó la apertura de oficinas en los principales puertos españoles y la expansión del negocio. Málaga, Tenerife, Barcelona y Sevilla se abrieron gracias a la adjudicación de los contratos del aceite, convocados por la Comisaria de Abastecimientos y Trasportes, lo cual fue la razón para abrir estas primeras delegaciones. Mientras, en paralelo, se fueron desarrollando nuevos negocios, por ejemplo, la captación como consignatarios de importantes líneas marítimas mundiales.
Discurso de respuesta en nombre de la Real Academia del Académico de Número José María Blanco Núñez
Discurso de respuesta en nombre de la Real Academia del Académico de Número José María Blanco NúñezTambién, en los años posteriores se produjo la incorporación de los primeros buques Ro/Ros en España y en los años setenta se empezó a trabajar en la industria del automóvil, con mención especial a las líneas marítimas entre y Vigo y Francia que muchos años después, derivaron en la primera Autopista del Mar aprobada por Bruselas.
Recordar someramente nombres de algunos barcos que hicieron historia en la compañía, como la serie de los “Riva”, (Riva Gijón, Riva Mahón, etc.) que fueron los mencionados primeros Rol on / Rol off que hubo en España y con lo que se establecieron las primeras líneas de carga rodada con los archipiélagos, los Arroyo Fríos, el Velázquez (al que me referí al principio del discurso), el Cervantes, el Ivan (en recuerdo de mi querido primo fallecido prematuramente), y una infinidad de nuevos negocios siempre vinculados al Mar que se fueron desarrollando a partir de una flota propia (verdadera columna vertebral del negocio). Aunque el hecho ha sido mas reciente, recordar tambien el Ro/Ro y Car Carrier Galicia que fue vendido al Ministerio de Defensa y que hoy defiende los intereses de España bajo su nueva denominación Ysabel».
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