«Praia de Rodeira», el último «canario» de O Morrazo
El «Praia de Rodeira» es el último arrastrero de O Morrazo de la desaparecida flota vinculada al caladero canario-sahariano, del que fue expulsada y que supuso el desguace de decenas de unidades. Ha cambiado de manos y pasará ahora a operar, aún con capital gallego, bajo pabellón mauritano.

El «Praia de Rodeira», ayer por última vez en la ría de Vigo / Fdv

La de los hermanos Maximino (Mino) y Manuel (Pilo) Portela es una historia familiar y empresarial de crecimiento, con mucha salitre, entre puertas de arrastre y bateas. Una historia de mar, aventurera en millas náuticas pero anclada siempre a O Morrazo. Forjados a mediados de los años 50 en el cultivo del mejillón en la ría de Vigo, Mino y Pilo emprenderían después como armadores con buques como el Atis o María Teresa, que operarían en aguas ibéricas del sur o en Gran Sol, respectivamente.

Ignacio (hijo de Pilo Portela) y Suso (hijo de Mino), junto al buque / Cedida
Y darían un salto más con dos arrastreros que iban a portar por doquier el nombre de dos emblemáticos arenales de Cangas: Playa de Areamilla (construido en 1977, de Astilleros Gondán) y Playa de Rodeira (1970, también ensamblado en Figueras. Fueron parte de la copiosa y próspera flota gallega del conocido como Banco Canario-Sahariano, cuya explotación supuso un antes y un después para la economía de la comarca y la industria pesquera española en su conjunto. Tanto por lo que sus aguas dieron al sector —allí operaban unos 200 congeladores, la mayoría gallegos— como por lo que le quitaron tras su expulsión, en diciembre de 1999 y bajo una intensísima contestación social.
De aquellos dos Playas vinieron otros dos, también arrastreros congeladores de la armadora Rodeiramilla, y que prácticamente repitieron nombre. El Praia de Areamilla llegó primero, en 2001; el Praia de Rodeira fue el siguiente, de 2002, encargados en ambos casos a Armón Vigo (ex Construcciones Navales Santodomingo). Solo queda el segundo de ellos con pabellón español porque el primero fue exportado en 2019 a Mauritania y opera ahora con la denominación Tafra 1. Pero esto pronto cambiará: el Praia de Rodeira también ha sido vendido para trabajar en el mismo caladero, con puerto base en Nuadibú. Ejercerá como cefalopodero, como sus predecesores, y como las decenas de unidades que faenaban pulpo y que daban empleo a cerca de 3.000 personas en la comarca en los años noventa. Buena parte de aquellas embarcaciones sucumbieron al desguace: como el Marreca, el Playa de Portocelo, el Mar de Galilea, el Jorama...

Labores de descarga en el viejo "Playa de Areamilla" / FdV
El Praia de Rodeira, con 40 metros de eslora por 8 de manga, fue remolcado ayer desde Moaña hasta el astillero Placeres, en Marín, donde permanecerá unos veinte días antes de poner rumbo a su nuevo destino. El último vestigio de la flota del Banco Canario-Sahariano de O Morrazo dijo adiós a primera hora de la mañana a la ría que Maximino y Manuel tuvieron siempre presente, y en la que a día de hoy trabaja su familia. Siempre de mano del mar.
Salidas
Los buques exportados a Mauritania en los últimos años superan la docena. Adrina y Peixiño Primero fueron de los últimos, con matrículas de A Coruña y Santander. Las disponibilidades de cupos para cefalópodos, principalmente por el tirón de la demanda del pulpo, motivaron también la venta del Portomayor, Manuel Mascato, Balamida, Bitácora Primero, Playa de Sabón o Avedal. Aunque también Marruecos se ha anotado importantes incorporaciones: Pino Ladra, Séptimo o Galaxia Dos han encontrado en este país una nueva oportunidad. Porque las limitaciones operativas de la flota —los vetos a la pesca de fondo de Bruselas han mermado la capacidad instalada en todo el Cantábrico— y la falta de relevo generacional continúan haciendo mella en la pesca extractiva.

Mino Portela, en el vijo "Playa de Rodeira" / FdV
Aunque el Praia de Rodeira se marcha, y pese a que perderá el nombre que eligieron los hermanos Portela, sí seguirá vinculado a la industria gallega porque tendrá capital vigués. Así que el legado del último canario de O Morrazo va a continuar mirando a Vigo.

Una revuelta por el sector
La década de los noventa fue convulsa para la pesca extractiva gallega. A la revolución derivada de la expulsión del caladero namibio, por ejemplo, se sumó la llamada Guerra del Fletán o la abrupta salida del conocido como Banco Canario-Sahariano. Huelgas generales, manifestaciones multitudinarias y piquetes hicieron de Cangas la zona cero de este último conflicto.
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