Sam Nujoma, un rebelde aliado de la pesca gallega
El primer presidente namibio, «padre fundador» del país y del partido Swapo, fue determinante para la creación de la filial de Pescanova Novanam y la colaboración posterior con pesqueras de Vigo o la Xunta. La mitad de la población activa de Lüderitz, ciudad sureña que se independizó de Sudáfrica cuatro años antes que Walvis Bay, trabaja hoy para la multinacional de Chapela

Sam Nujoma. / Themba Hadebe

Namibia fue el último país del continente en alcanzar su independencia, en marzo de 1990. El África subsahariana no era entonces una región exótica para la pesca gallega, que había explorado sus caladeros desde mediados de los años sesenta con unidades como el Avia, Pevisa Doce, Congelador Mar Uno o el buque factoría Galicia. Lo insólito ya no era la distancia que recorrían los pesqueros —gracias al desarrollo de la congelación a bordo o los nuevos diseños, que llevarían también a la flota a Argentina o Canadá—, sino las condiciones de vida que se encontraban los tripulantes en puertos como el de Capetón (Cape Town, Ciudad del Cabo).
Unos marineros comentan con sus familiares diferentes aspectos que ofrece la vida en Sudáfrica. Explican que en Ciudad del Cabo la discriminación racial es tajante. A los blancos no se les permite hablar con las mujeres negras. Refieren que el rand supone más de 80 pesetas; la entrada a los cabarets cuesta esa cantidad, un rand, refería el cronista de FARO, en mayo de 1965, tras la llegada a Vigo de tripulantes de Pescanova que habían pasado nueve meses embarcados al sur de África.
En este momento Namibia estaba bajo la administración sudafricana y sufría, con mano de hierro, las políticas discriminatorias contra la población negra. Samuel (Sam) Shafiishuna Daniel Nujoma, nacido en mayo de 1929 en Ongandjera, al norte del país, ya había sido deportado por su activismo antiapartheid. A mediados de los sesenta, mientras aquel centenar de marineros de Pescanova contaba a sus familias que en los cabarets de Ciudad del Cabo se les ponía un sello en la mano cuando pagaban la entrada, Nujoma había liderado ya una guerra de guerrillas contra el Gobierno de Sudáfrica y empezado a presidir el South West Africa People’s Organisation (Swapo), recién constituido, en paralelo a la cruda guerra por la independencia (1966-1990) que Namibia libró contra su vecino del sur. La presidencia del país continúa a día de hoy en manos del Swapo y en la persona de una mujer: Netumbo Nandi-Ndaitwah.
Pero, al margen de su imprescindible papel revolucionario contra el apartheid y por propia la independencia namibia, Sam Nujoma —considerado como el «padre fundador» de esta nación— fue determinante para el desembarco de Pescanova en el país, librándose de paso del yugo sudafricano y erigiendo el que es, aún en la actualidad, el complejo pesquero más importante de África. Lo recuerda Ángel Tordesillas, histórico responsable de la multinacional pesquera en esas latitudes —fue fundador de la filial Novanam— y artífice de las negociaciones, mano a mano con el aclamado líder namibio, fallecido el pasado febrero a los 95 años de edad.
La llegada
Estamos a finales de los ochenta. La pesquera que entonces presidía Manuel Fernández de Sousa —con Alfonso Paz-Andrade como número dos— ya había manifestado al propio Nujoma, antes de la librarse de las cadenas de Sudáfrica, su intención de constituir una empresa y asentarse de manera fija en Namibia. Sería una vía de acceso al caladero, torpedeada por la extensión de las 200 millas territoriales, primero, y la propia independencia del país, después. «Sugeríamos establecer una empresa de cierta enjundia en el nuevo país, cuando alcanzara su reconocida patria potestad. Pero concebíamos un asentamiento previo antes del correspondiente derecho a autogobernarse», recuerda Tordesillas, quien ejercería de cónsul honorario y hoy es presidente honorífico de la Lüdertiz Waterfront Development Company (LWDC).

Sam Nujoma, con el expresidente de Pescanova Manuel Fernández de Sousa, en la sede de la compañía en 2003. / Cameselle
Nujoma fue claro, ante las intenciones de la pesquera gallega.
—No hagáis nada hasta que no haya un gobierno internacionalmente reconocido. No tendría validez suficiente ni legal ni moralmente-, trasladó.
«Y —prosigue Tordesillas— nos tocó esperar, naturalmente». Nujoma pedía tiempo hasta lograr la ansiada independencia y el espaldarazo de la comunidad internacional a su proyecto democrático. «Antes incluso de la independencia de Namibia —expone David Troncoso García-Cambón, exdirectivo de máximo nivel de la pesquera, en la que fue, entre otros cargos, director de Flota— Nujoma visitó España invitado por el entonces presidente, Felipe González. «En ese encuentro se sentaron las bases de lo que hoy es la industria pesquera de Namibia: un modelo basado en el valor añadido y en la generación de empleo en tierra».
Las primeras elecciones en el país, al amparo de Naciones Unidas, arrojaron una incontestable victoria del Swapo. Era el 14 de noviembre de 1989. «Ese mismo día tuve un encuentro con Nujoma buscando su apoyo para una inversión que nos llevó a la construcción de nuestro complejo fabril», prosigue Ángel Tordesillas. David Troncoso va más allá en este recuerdo. Esto fue lo que dijo Nujoma.
— Han cumplido los compromisos adquiridos en Madrid y han esperado a que llegáramos, tal como les pedí. Ahora vienen aquí en el día más importante para mi país, demostrando su fe en nuestra nación, en nuestra gente y en nuestro gobierno. Gracias y bienvenidos.

Jesús Freire y Nujoma, en el astillero vigués. / Cameselle
Pero había una condición: ese enclave pesquero que proyectaba Pescanova no podía estar en la principal ciudad portuaria, Walvis Bay, que seguiría bajo dominio sudafricano durante cuatro años más. «Tiene que ser en Lüderitz», acotó el líder del Swapo.
«La verdad es que la noticia nos cayó como un meteorito en nuestro propio regazo», ilustra Tordesillas. No en vano, Lüderitz era un enclave más que periférico, casi engullido por el desierto; allí no había nada más que los restos de una colonia alemana y arena. «Pero seguimos adelante y la relación con Sam Nujoma se fue afianzando, tanto a nivel empresarial como personal. La primera fase de la fábrica se inauguró en mayo de 1991»; Pescanova invertiría 3.000 millones de pesetas siguiendo la recomendación del nuevo líder del país.
Salió bien. «De ser una ghost town de apenas 3.000 habitantes —rememora Troncoso— pasó a convertirse en una próspera comunidad de más de 25.000 personas gracias a la instalación de la planta de Novanam». La mitad de la población activa de esta ciudad trabaja a día de hoy para la compañía gallega. Son más de 2.000 trabajadores en nómina, entre los de la flota pesquera (nueve buques y más de 20.000 toneladas anuales) y la factoría de elaborados. Tiene guardería propia y hasta un equipo de fútbol.

Ventura Pérez Mariño, Nujoma y López Veiga, en Castrelos. / Cameselle
Una relación prolongada
Pero el vínculo de Nujoma con la industria pesquera gallega, y con Galicia en general, trascendió a aquellas negociaciones para el complejo de Lüderitz. «Él apostó por salir, por buscar colaboraciones a nivel internacional. Con sus condiciones, por supuesto. Pero es justo destacar que Namibia se convirtió en una potencia industrial pesquera gracias a las empresas de capital gallego», indica el exconselleiro de Pesca Enrique López Veiga, quien negoció con Nujoma la construcción de piscifactorías con técnicos de Galicia —hubo quien se enamoró y se quedó para siempre en Namibia— o la gestión de la Escuela de Pesca. En el astillero vigués Construcciones Navales Paulino Freire tomó forma el Anna Kukurukaze Mungunda, un buque de apoyo para la actividad pesquera. Pero pudo haber sido un acuerdo mayor. «Ganamos un concurso para hacer el proyecto básico de un oceanográfico de 60 metros, aproximadamente, que luego se llevó el contrato de construcción STX Finlandia por aportar la financiación», recuerdan fuentes de la atarazana. Pereira, Iberconsa, Mascato o Copemar son algunas de las compañías que hoy todavía dan forma a ese vínculo forjado, de inicio, por el Padre Fundador del país.
«Me cuesta elegir de entre sus facetas humanísticas, de líder revolucionario o de mensajero incansable para llevar su voz ansiosa de independencia a todos los centros mundiales de influencia», valora Tordesillas, ferviente colega del expresidente recién fallecido. «Siempre recibía con una amplia sonrisa y su presencia irradiaba un aura especial, la que solo poseen los grandes líderes que marcan historia», refuerza Troncoso. Para López Veiga deberá ser recordado por haber «seguido la misma senda que Mandela, solo que el sudafricano era más mediático. Pero Nujoma hizo lo mismo. A mí me impresionó».
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