Una marea de futuro en Gran Sol

Manuel Sotelo no tiene dudas: para él sería «un orgullo» ser la tercera generación de gransoleros de Sotelo Dios, una de las últimas armadoras viguesas que faena en el histórico caladero

Fundada por su abuelo y en manos de su padre, la pesquera ha crecido entre crisis apostando por la diversificación

José Antonio Sotelo, armador vigués con barcos en Gran Sol, junto a su hijo Manuel y el «Armavén Tres».

José Antonio Sotelo, armador vigués con barcos en Gran Sol, junto a su hijo Manuel y el «Armavén Tres». / Pablo Hernández Gamarra

Con cinco mareas en Gran Sol a sus espaldas y solo 23 años, Manuel Sotelo es una rara avis en el sector. Está formándose para ser capitán, ya es patrón de pesca y todo apunta a que será la tercera generación al frente de Sotelo Dios, una de las últimas armadoras viguesas que faenan en el histórico caladero. «Nuestro caso es el único que conozco en todo el gremio de relevo generacional», dice su padre, José Antonio, evidenciando la suerte que ha tenido por partida doble. Pero Manuel, que reconoce que de pequeño ni se planteaba esta vida y quería ser arquitecto, adelanta que aún falta mucho para coger las riendas, si es que las coge. «No empecé con la idea de tomar el testigo —asegura—. Eso sí, sería un orgullo».

Las cosas están difíciles en las aguas del Atlántico Noroeste. No es solo por el tiempo, las arduas condiciones del oficio o las restricciones promovidas desde los despachos de Bruselas que cercan cada vez más la actividad, también desgasta la desconexión con cualquier rastro de vida terrestre: «La distancia». Eso quizá sea lo que más impactó a este joven cuando decidió «probar», después de toda una vida conviviendo con el mar «sentado en la mesa», en cada comida familiar, sin saber lo que era. «La primera vez que fui me abrió los ojos y pude entender lo que había vivido mi familia antes que yo. Entendí mejor todo lo que había escuchado años atrás porque no es fácil la vida en el mar, pero me gustó».

Entonces solo tenía 19 años, recién cumplidos. Ya ha pasado casi un lustro de aquel instante y Manuel reconoce que la pesca «es una experiencia incomparable a cualquier otra cosa que haya vivido». «Lo que me hizo quedarme fue el interés y las ganas de pescar más. La competitividad con uno mismo e intentar sacarle más partido al trabajo. Predecir, conocer, entender todo el sistema que me rodea. Desde el barco y los aparejos hasta el mar en sí, los fondos y las corrientes», explica. Aun así, afirma que «no es simplemente pescar allí o allá». «Tienes un barco y una tripulación que hay que cuidar», sentencia.

El legado del mar

Manuel sigue la estela de su padre José Antonio y su abuelo Antonio Sotelo, en su día presidente de la Asociación Nacional de Armadores de Pesca de Gran Sol (Anasol). Un legado familiar repleto de genes unidos al mar que hoy convergen en la empresa armadora Sotelo Dios.

«No ha sido un camino fácil», remarca en este sentido José Antonio, recordando el impacto de la crisis del 92 y cómo tuvieron que buscar socios e inversores para renovar poco después su flota gransolera. Así nacieron el Armavén Uno, el Armavén Dos y el Armavén Tres en los años 94, 95 y 97, pero la pérdida de rentabilidad del caladero y la falta de cuota para dar de comer a los tres barcos no les dejó otra opción que abanderar el Armavén Uno en Reino Unido, desguazar el Armavén Dos y mantener solo el Armavén Tres, con más cuota, abanderado en España. Actualmente este último se está arreglando en el muelle de reparaciones de Vigo tras sufrir un fuego a bordo en un incidente que afortunadamente solo se saldó con daños materiales.

A mayores, en su proceso de expansión, la compañía adquirió el coruñés Peixemar Dos en 2012, y posteriormente incorporó dos palangreros de fondo de Burela —el Vera y el Breso Uno— y dos arrastreros en Namibia —el Oshiveli y el Omake Ativali—.

«No se puede apostar todo a una única carta», destaca José Antonio, que lamenta que la flota de Gran Sol «entró en la comunidad económica europea con desventaja». «Había 300 barcos para 140 licencias y la flota se redujo considerablemente», evidencia.

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