Los guardianes del mar: así es el 'gran hermano' que vigila la costa gallega

Controladores del centro del Monte Enxa regulan sin descanso el tráfico diario de más de cien buques por Fisterra y vigilan la contaminación para defender la costa. Atienden 350 emergencias anuales, desde bañistas a petroleros. Millón y medio de cruceristas navegan cada año bajo su escrutinio.

Una controladora 
observa las pantallas 
donde aparecen todos los 
barcos, diferenciados 
por colores según su tipo. 
|  Jesús Prieto

Una controladora observa las pantallas donde aparecen todos los barcos, diferenciados por colores según su tipo. | Jesús Prieto

Martín García Piñeiro

A las 12.06 horas, el mercante Azra Theresa llega al dispositivo de separación de tráfico (DST) de Fisterra. Este buque mercante de 105 metros de eslora y bandera de Malta reporta su posición al Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo de Finisterre, donde una de las tres controladoras de guardia ya lo tiene en pantalla. Como es un tanquero que puede llevar químicos o derivados de petróleo —mercancía peligrosa—, pasará rumbo al norte por la vía más alejada de la costa, un protocolo establecido a raíz del Prestige, el naufragio del que precisamente se cumplieron 22 años esta semana.

Manuel Capeáns, jefe del 
centro desde 2018.  |  J. Prieto

Manuel Capeáns, jefe del centro desde 2018. | J. Prieto / Jesús Prieto

El Azra Theresa es uno de los 36.000 barcos que pasan cada año frente a la costa gallega, una de las vías marítimas más transitadas por su situación estratégica entre Asia y los grandes puertos del norte de Europa. Son un centenar al día, un tercio de ellos con mercancías peligrosas. «La cifra se mantiene estable; lo que detectamos es que los barcos son cada vez más grandes», explica Manuel Capeáns, jefe del centro, en referencia a los grandes petroleros o portacontenedores de 400 metros de eslora capaces de cargar 15.000 de esos colectores.

Y en medio de todos, unos 500 trasatlánticos, que igual que los mercantes son cada vez más grandes. Pequeñas ciudades flotantes que, con una media de 3.000 tripulantes y pasajeros —ya los hay de 8.000, toda la población de Muros—, representan 1,5 millones de personas navegando cada año a pocas millas de Galicia. Con estas cifras, es lógico pensar que esta fiebre turística mundial abre un nuevo frente de atención para Salvamento. Porque aunque las evacuaciones de personas en el mar representan solo una treintena de las 350 emergencias que atiende el centro de Monte Enxa, y no todas son de cruceristas, lo que hay en juego son vidas humanas. Y un millón y medio de personas es la mitad de la población gallega, con todas sus potenciales complicaciones de salud o accidentes.

Capeáns: «Controlamos todo lo que pasa en el mar entre A Guarda y Ribadeo»

«Controlamos todo lo que pasa en el mar entre A Guardia y Ribadeo, salvo cuestiones militares que corresponden a Defensa», relata Capeáns. Y cuando dice todo, es todo: desde un bañista en apuros en una playa a un kayakista arrastrado por el viento, un velero atacado por orcas, un pesquero sin motor, un crucerista con un amago de infarto, un tronco a la deriva o un petrolero con un boquete en el costado.

Eso se debe a que Salvamento Marítimo, órgano dependiente del Ministerio de Transportes, es quien tiene las competencias de lo que ocurre en el mar hasta las 200 millas. Para ello, en Galicia dispone de tres centros —A_Coruña, Vigo y Porto do Son—, este último es el más antiguo y más relevante por área de actuación, ya que se ocupa de prácticamente toda la costa gallega hasta las 200 millas, incluyendo el corredor de Fisterra.

Además de las emergencias, Salvamento Marítimo se ocupa de regular el tráfico marítimo. «Controlamos el paso de buques frente a Galicia», dice el jefe del centro. Desde tiempos de Colón, la navegación era libre por el mar, pero con el tiempo se vio la necesidad de ordenarla, ya que se comprobó que del tráfico marítimo «se derivan consecuencias que afectan a las poblaciones», sobre todo en forma de desastres ambientales. «Los estados ribereños buscan defenderse del potencial peligro de estos barcos» y eso lo hace Salvamento.

En los años 70 se fijaron «vías de tráfico» para barcos, entre ellas un corredor frente a Galicia, pero «estaba demasiado cerca de la costa e interfería con pesqueros». Tras el Prestige, se alejó ese corredor hasta las 24 y 40 millas —de 40 a 60 kilómetros—.

Esa labor de control también incluye los fondeos de mercantes cerca de la costa, como los de este fin de semana para capear los temporales. Para dar permiso, se tiene en cuenta el tipo de barco, de carga, la dirección del viento y el mar.

Pero la labor de Salvamento no se limita al control y las emergencias. Tiene un tercer eje de actuación: la lucha contra la contaminación. Un avión peina tres veces a la semana la costa desde el Miño al Bidasoa en busca de sentinazos y vertidos de buques, y Salvamento recibe dos imágenes satélite diarias. «En un año no llegan a seis los sentinazos captados», porque resulta difícil ya que «debes pillarlos casi en el momento justo».

Sobre el estado de los barcos que pasan frente a Galicia, Manuel Capeáns usa un símil muy ilustrativo: «Esto es como en la carretera. Ves camiones más nuevos y más viejos, ¿no? Pues en el mar, igual».

«Por su situación, en Galicia todo lo que pasa por el mar acaba en tierra»

Manuel Capeáns es jefe del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo de Finisterre desde julio de 2018. Antes, fue nueve años controlador y entre 2007 y 2009 fue tripulante del avión que peina la costa en busca de contaminación. Compostelano apasionado del mar y curtido en el salitre de la ría de Noia, tiene grabado a fuego su misión y la del centro: defender la costa gallega de peligros potenciales de los barcos. «En Galicia, por su ubicación y la dirección de corrientes y vientos, todo lo que pase por delante en el mar acaba potencialmente en tierra», explica, y que es algo propio «de todas las costas de Sotavento» . El ejemplo más reciente de lo que explica Capeáns fueron los pellets del Toconao.

En todo caso, consciente de que la seguridad 100% nunca existe, tampoco en el mar, Capeáns tiene claro que el objetivo de Salvamento es minimizar siempre cualquier riesgo y cualquier efecto del tráfico marítimo sobre el litoral y las personas, para conseguir que la costa gallega sea, como hasta ahora, "una costa de vida".

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