Galicia dispone de 4.000 barcos de bajura que operan en caladero nacional, la práctica totalidad vinculados a artes menores (3.744) y que llevan años navegando hacia la sostenibilidad en cuestiones como el tratamiento de los recursos acuáticos. En este punto un aspecto trascendental es la pesca accidental –capturas que llegan involuntariamente a las embarcaciones por cualquier tipo de arte– y ante ella cobra especial relevancia la seguridad de los mamíferos marinos.
Con esa filosofía –proteger a los cetáceos de la actividad pesquera–, armadores, administraciones y hasta empresas del sector se han puesto las pilas a lo largo de las últimas décadas. Un ejemplo son, en el ámbito industrial, las redes que fabrican compañías como la viguesa Santymar, con sistemas de escape diseñados para los delfines. Otro, en el plano de la cooperación público-privada, bien podría ser el control que lleva a cabo la Xunta, que desde 1999 colabora con los buques gallegos mediante un seguimiento de observadores a bordo.
Se trata de profesionales de la Unidad Técnica de Pesca de Bajura (UTPB). En todos estos años se han verificado más de 60.000 operaciones de pesca con todo tipo de artes (cerco, anzuelos, nasas, enmalle, marisqueo remolcado…) en las que solo se han dado dos casos de pesca accidental de delfín mular (arroaz), siendo los artes implicados el miño y el volantín, ambos artes de enmalle. “Esta bajísima incidencia sugiere que no existe un problema de captura de mamíferos marinos en las aguas interiores más costeras”, recoge el Plan Nacional Para la Reducción de las Capturas Accidentales en la Actividad Pesquera, diseñado por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación.
Desde su publicación hasta la actualidad, las cifras no han cambiado. “Nos preto de 40.000 lances analizados desde o último informe, non se detectou ningunha pesca accidental de mamíferos mariños por parte da frota de baixura da comunidade galega, polo que os datos máis actualizados son os do informe”, constata la Consellería do Mar. El documento, publicado en enero de 2022, llegó tras la aprobación de una estrategia bajo el mismo nombre con la que se persigue reducir el impacto de la pesca accidental. Entre las medidas que alberga: diseñar un proceso participativo con el sector, CCAA, ONG y científicos para definir la problemática, los objetivos y las medidas necesarias para reducir las interacciones; realizar un seguimiento de la actividad en las flotas de riesgo para conocer el alcance de las interacciones; y analizar distintas medidas de reducción de la mortalidad por pesca en las flotas de riesgo.
Otros estudios
Esa hoja de ruta se estructura como una guía para evaluar y hacer un seguimiento del problema de las capturas accidentales en los buques pesqueros españoles y proponer soluciones técnicas que permitan reducir o eliminar, cuando sea posible, las capturas de especies sensibles incluidas en la normativa nacional y europea. No en vano, trabajos de investigación como el realizado entre 2008 y 2010 por Sabine Goetz en Galicia hacen hincapié en que las capturas accidentales de cetáceos no son un tema menor.
Conforme plasmó, la captura accidental en el arrastre se concentraba en áreas con fondos de entre 100 y 300 metros de profundidad, mientras que la del cerco y redes de enmalle se producía en fondos de menos de 100 metros. Para la flota activa en aguas gallegas en esos años la mortalidad anual estimada fue de 1.707 cetáceos (159 delfines comunes, 136 delfines mulares, 73 calderones comunes, 40 marsopas y 1.299 cetáceos no identificados).