La pérdida de capacidad de los buques gallegos se aceleró tras la nueva PPC

De 2013 a 2022, Galicia “tiró por la borda” 8.680 GT: un 43% más que los perdidos durante los 10 años anteriores

Barcos pesqueros del  cerco atracados en el  puerto de O Berbés.

Barcos pesqueros del cerco atracados en el puerto de O Berbés. / Marta G. Brea

Cálidos hogares pesqueros como el Puerto de Sada (A Coruña) ya no lucen las coloridas instantáneas que desprendían antaño sobre sus aguas. “Allí había una veintena de barcos hace dos décadas”, cuenta Manuel Suárez, portavoz de la Asociación de Armadores de Cerco de Galicia (Acerga), dejando claro que eso desgraciadamente es cosa del pasado. Era un fondeadero que en una buena noche podía desembarcar en torno a un millón de kilos de sardina; ahora a duras penas llegan a las 400 toneladas en un año. Ante las dificultades que se fueron encontrando los buques que por allí faenaban y descansaban, poco a poco fueron perdiéndose por el camino. Algunos se vendieron; la mayoría se desguazaron. Con la caída de la flota descendió la riqueza que se generaba en una localidad que, como tantas gallegas, vivía por y para el mar... Pero también del mar.

Ese bajón se ha replicado en todo el litoral de nuestra comunidad, dejando a largo plazo una evidencia que puede constatarse a base de datos. Desde 2004 –cuando comienza la serie histórica del IGE– hasta 2022, Galicia vio como desaparecía una cuarta parte de su flota en el caladero del Cantábrico-Noroeste (que se redujo de 5.300 a 4.060 barcos) y ello ha afectado directamente a su capacidad.

A lo largo de casi 20 años, la pérdida de esas embarcaciones nos costó 14.760 GT –medida que cuantifica el volumen de todos los espacios aptos para la explotación del buque, tanto de pasaje como de carga– aunque hay una clara diferencia a partir del 2013. Entonces Europa aprobó la nueva Política Pesquera Común (PPC) y coincidentemente se incrementaron los GT “tirados por la borda”.

Si entre 2004 y 2013 Galicia dejó atrás 6.078 GT, desde 2013 hasta 2022 –coincidiendo con la normativa de Bruselas– nuestra autonomía perdió 8.684 GT: unos 2.600 más para el mismo periodo, una década, y que viene a reflejar que la merma de la capacidad de los buques gallegos se aceleró un 43%.

Pasa lo contrario, sin embargo, si se analiza la evolución de los barcos o su potencia. El descenso de embarcaciones es significativamente mayor en el primer intervalo que en el segundo (923 frente a 319) al igual que la disminución de caballos asociados al motor de estas naves (35.866 frente a 1.540).

¿La conclusión? Entre 2004 y 2013 se perdieron más buques y potencia en un descenso generalizado de la flota, y entre 2013 y 2022 perdimos más capacidad. Esto se notó, por ejemplo, en los GT perdidos por barco. Hasta 2013, fueron 6,58 GT por barco, y desde este año 27,22 GT por barco: el cuádruple.

Esta diferencia, que viene a expresar que en la última década desaparecieron pesqueros gallegos más grandes del caladero del Cantábrico-Noroeste, vino de la mano del Reglamento (UE) 1380/2013, dirigido a “garantizar que las actividades en los sectores de la pesca y la acuicultura sean sostenibles a largo plazo desde el punto de vista medioambiental y que se gestionen de forma coherente con los objetivos de generar beneficios económicos, sociales y de empleo”.

El mismo contempla restricciones a la pesca ligadas a la conservación del mar, que van desde “medidas para adaptar la capacidad pesquera” de los buques “a las posibilidades de pesca disponibles” hasta “tallas mínimas de referencia a efectos de conservación”, pasando por “objetivos para la conservación y la explotación sostenible de las poblaciones” y “medidas conexas para minimizar la repercusión de la pesca en el medio marino”.

“Muchos de los barcos grandes desaparecieron, y los que quedan se ven obligados a moverse muchísimo más que antes. Antes había barcos de 18, 20 o 22 metros que quedaban siempre por la ría o sus cercanías, y ahora vemos que emigran cada vez más las campañas de bocarte y de caballa”, comenta Manuel Suárez, señalando que la falta de relevo generacional tampoco ayuda a un sector que ha tenido que acostumbrarse a las “limitaciones”. “Se está modificando las reglas de juego y esto hace que cada vez más difícil mantener incluso los barcos pequeños”, agrega.

Desde la Organización de Productores de Pesca Fresca del Puerto y Ría de Marín (Opromar), Juan Martín Fragueiro, su gerente, ratifica esta situación: “Aquí ha habido un esfuerzo del sector pesquero de adaptar la flota a los recursos disponibles. Hubo que hacer un esfuerzo de concentración. Se han desguazado barcos, se han exportado barcos y se han acumulado las posibilidades de pesca ante la realidad que teníamos enfrente”.

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