El peor golpe a la pesca desde 1986

Armadores que vivieron la desaparición de la “flota de los 300” reviven los temores: “A ver lo que aguantamos” | Las restricciones al arrastre amenazan con más desguaces

Barcos de Gran Sol amarrados en O Berbés en la década de los 90.

Barcos de Gran Sol amarrados en O Berbés en la década de los 90. / CAMESELLE

Adrián Amoedo

Adrián Amoedo

La histórica revista Pesca Internacional, publicación creada por la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI), realizó en 2007 un reportaje sobre el caladero de Gran Sol. En concreto, sobre la evolución de la flota gallega en unas aguas en las que los armadores habían sufrido una revolución dos décadas antes, cuando España entró a formar parte de la entonces Comunidad Económica Europea (CEE). “Antes de la adhesión, la flota española que capturaba en Gran Sol principalmente merluza, rape, gallo y cigala estaba formada por 460 buques”, recoge el texto. En 1986, cuando se firmó el acta de adhesión, la cifra era inferior y conocida entonces como la “flota de los 300”. Sin embargo, uno de los precios que tuvo que pagar el país para entrar a formar parte del bloque comunitario fue el de reestructurar una flota sobredimensionada, que tenía que adaptarse a las cuotas. En el momento en el que se escribió aquel reportaje, la flota gransolera ascendía a 188 buques. Hoy, apenas llegan a 80. Casi 40 años después los armadores reviven el golpe al sector que supuso la adhesión en medio de la incertidumbre sobre su futuro generada por los planes de la Comisión Europea de cercenar al arrastre. A las 87 vedas establecidas el pasado octubre se suman ahora la expansión de las áreas marinas protegidas libres de arrastreros de aquí a 2030. “Esto nos va a ir matando lentamente, va a ser muy duro”, apunta José Carlos Bacelar, veterano armador de Gran Sol.

La integración en la CEE hizo que llegase a España el lesivo criterio de estabilidad relativa, un baremo por el que se repartían –y se siguen repartiendo– las cuotas pesqueras y que ya había sido concretado por los países miembros tres años antes, en 1983, dejando solo el 7% de los cupos para la que, entonces, era la tercera flota del mundo. Aquello puso contra las cuerdas a lo armadores, que se vieron obligados a recortar capacidad a través de desguaces, abanderamientos en otros países o exportación fuera de la UE.

Aunque desde entonces el sector ha continuado viviendo crisis, como fue la independencia de Namibia solo cuatro años más tarde, o la salida de la flota de Marruecos y Mauritania, los armadores consultados concuerdan en que la situación actual, con la deriva “medioambientalista” de Bruselas, es la peor que recuerdan desde 1986. “Aquello era un sacrificio para entrar en un club”, resume el presidente de la Alianza Europea de Pesca de Fondo (EBFA, en inglés), Iván López, “ahora lo que nos piden es un suicidio”.

Lo que tanto teme el armador vigués (que opera el bacaladero Nuevo Barca) y el resto del sector es el Plan de Acción para la conservación de los recursos pesqueros y protección de los ecosistemas marinos publicado por la Comisión Europea el mes pasado. Con él, Bruselas quiere que los países miembros veten el arrastre en todas las áreas marinas protegidas (MPA, en inglés), una figura que cubrirá el 30% de las aguas de cada país de la UE para 2030. La EBFA ya ha alertado que afectará a 7.000 buques y al 25% de la producción pesquera comunitaria.

Pese a que entonces tenía 12 años, López conoce de sobra el proceso que se vivió entonces y, sobre todo, el actual. Reconoce que la flota entonces estaba sobredimensionada y que la adhesión “trajo otras muchas ventajas”. “Pero es que ahora no pasa eso, tenemos unas flotas que trabajan con pesquerías que cumplen el criterio del rendimiento máximo sostenible [RMS] y hay un desconcierto total”, explica.

El presidente de la alianza que representa los intereses de todos los gransoleros concuerda en que “se está formando una borrasca que claramente va a llevar a los desguaces”. Y augura, como el resto de los armadores, que la flota llegará a las elecciones europeas de 2024 “en una situación muy mala”.

De primera mano

Si bien López era muy joven entonces, otros sí vivieron aquella dura restructuración de primera mano. José Carlos Bacelar, dueño del Herbadi Dos, es uno de ellos. “Nosotros llegamos a tener tres barcos”, recuerda, “y ahora si llegan ayudas al desguace habrá que valorarlo”.

“Esto nos va a ir matando lentamente, va a ser muy duro”

José Carlos Bacelar

— Armador de Gran Sol

El armador de 62 años –lleva en el mar desde los 15– nota la deriva “medioambientalista” de la Comisión desde el nombramiento del lituano Virginijus Sinkevicius como comisario de Medio Ambiente, Océanos y Pesca. A su juicio, medidas como el veto de las 87 zonas o este nuevo de las áreas marinas protegidas “va a producir una masificación de otras zonas de pesca, con más presión donde ahora no la hay”. “Sé lo que es ese caladero, porque lo conozco muy bien. De hecho, sabemos que hay zonas con corales que no están entre esas 87 zonas, mientras que algunas de las vedadas están vacías”, critica.

Para Bacelar, este envite contra el arrastre “va a ir matando lentamente al sector”, algo con lo que concuerda Manuel González. A sus 74 años, recuerda con amargura el proceso de 1986 y cree que la situación actual es parecida a la vivida entonces. “Lo es, porque además de los vetos se juntan muchas cosas ahora, como que no hay patrones o jefes de máquinas o el precio del gasóleo”, señala.

González, que cuenta con dos arrastreros, mantiene la esperanza de que los próximos meses o años “no sean como fue entonces”. “Pero a ver lo que aguantamos ahora...”, lamenta.

Al igual que estos dos experimentados armadores, Eduardo Vieira también sabe lo que se vivió con la entrada de España en la CEE y está al tanto de lo que sucede ahora. “La pesca pasó por muchos momentos complicados”, recuerda, “pero uno ve esto, después de llevar en este negocio toda una vida, y no ves una salida en el sector”.

Su empresa, S.A. Eduardo Vieira (Vieirasa), es la armadora más antigua de Galicia al haber sido fundada en 1880. Está presente en Vigo con un almacén frigorífico con muelle propio (Puerta Vieira) y tiene filiales en Argentina y Senegal. Vieira concuerda con López al estimar que la “flota de los 300” estaba “sobredimensionada” y que desde entonces se ha ido reduciendo. “Lo que veo es que cuando se empezaron a plantear problemas la gente entendía que había que gestionar bien los recurso, que es importante, pero ahora se está yendo más allá”, estima.

“Después de toda una vida en este negocio, no veo una salida en el sector”

Eduardo Vieira

— Admin. de Vieirasa

A su juicio, el cerco que vive el arrastre “no se sabe a dónde va a llegar” y entiende como “obvio” que “cuando no sea rentable habrá que buscar soluciones”. “Pero a mí no me gusta hablar de desguaces, pienso que se deberían dar ayudas también para la exportación o creación de sociedades mixtas”, comenta.

Aunque hoy es presidente de la Organización de Palangreros Guardeses (Orpagu), Joaquín Cadilla no estuvo toda su vida en el sector del pez espada y los tiburones. De hecho, faenaba en Marruecos en 1986. “Sin duda este es el golpe más grande desde entonces, porque todo es sumar palos y palos. Es más, diría que es la puntilla”, indica.

El hoy armador del palangre concuerda con Bacelar al criticar la deriva “medioambientalista” de Bruselas. “Parece que se quieren cargar la flota y que la UE se dedique a importar pescado. ¡Y ya importamos el 70% de lo que consumimos!”, espeta. Y como Eduardo Vieira, Cadilla valora que ponen encima de la mesa los desguaces, como ya baraja España, no debería ser la solución. “Lo que hay que hacer es actualizar los buques anticuados, ya que la mejor garantía para la conservación de los recursos sería la permanencia de la flota comunitaria y no mirar hacia otras que actúan sin control”, resume.

El peor golpe a la pesca desde 1986

El peor golpe a la pesca desde 1986 / FDV

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Los países de la ONU continuaron ayer con sus maratonianas negociaciones para tratar de acordar un tratado que proteja la zona de alta mar de los océanos. La ronda final de discusiones sobre este texto comenzó el pasado 20 de febrero y su cierre estaba previsto para este viernes, pero las delegaciones continuaron el trabajo durante toda la noche para intentar alcanzar un pacto que se reclama desde hace décadas.

Entre los grandes objetivos de este tratado está servir de base para el establecimiento de zonas marinas protegidas, lo que debe facilitar que se cumpla la promesa internacional de salvaguardar al menos el 30% de los océanos para el año 2030, como pretende la Comisión Europea, en la que además quiere ir más allá y vetar la pesca de arrastre.

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