El ocaso de las carpinterías de ribera en Galicia: solo quedan 14 en activo

Falta de formación específica y de relevo generacional lastran el futuro de estos históricos astilleros

Uno de los maestros de la carpintería naval de madera trabajando en la construcción de una embarcación en los astilleros Triñanes de Boiro

Uno de los maestros de la carpintería naval de madera trabajando en la construcción de una embarcación en los astilleros Triñanes de Boiro / A. TRIÑANES

Jesús Souto Rodríguez

La construcción de embarcaciones de madera en Galicia, un oficio artesanal que se lleva a cabo en las denominadas carpinterías de ribera, está impregnado de la más profunda sabiduría popular y forma parte de nuestro patrimonio marítimo y cultural. A lo largo del siglo pasado fue una actividad pujante que se mantuvo con rumbo estable pasando de una generación a otra, hasta que la introducción del poliéster en los 90 marcó el inicio del declive: renovarse o morir.

Algunos de estos astilleros pudieron o supieron adaptarse, pero el viejo oficio de los carpinteros navales fue perdiendo peso. En la actualidad tan solo quedan catorce activos en Galicia. Dan empleo a 133 personas y, en el último lustro, solo se construyeron en ellos 27 embarcaciones (14 de ellos de madera).

La gran mayoría, sin capacidad para adaptarse a las últimas novedades de tecnología y materiales, resisten gracias a los trabajos de reparación y mantenimiento debido a la escasa demanda de embarcaciones de madera.

Doscientas reparaciones al año

Unos, como el astillero Catoira (Rianxo) o el Aguiño (Ribeira) realizan unos 200 trabajos de reparación al año. Pero del Amado (Outes) el último barco de madera salió hace 18 años. En el Triñanes (Boiro) en el último lustro construyeron tres, y los dos encargos más recientes fueron de poliéster. En ese período, el Hijos de Garrido (O Grove) y el Catoira construyeron cinco embarcaciones de recreo o tradicionales cada uno.

Y todos coinciden en el diagnóstico: la falta de formación específica y de relevo generacional lastran el futuro de la carpintería de ribera. En el último lustro, dos han cerrado sus puertas (Domingo Ayaso, de Aguiño, en Ribeira, y Naumarina, de Ribadeo).

Otros cinco temen tener que hacerlo algún día precisamente por falta de relevo (Hijos de Garrido; Baladiño, de Cabana; Catoira; Carlos Fernández Viñas, de O Grove; y Triñanes).

El astillero Catoira restauró la goleta Evangelina Uno, de 1912

El astillero Catoira restauró la goleta Evangelina Uno, de 1912 / A. Catoira

Hay cinco más que tienen sus dudas, pero les alienta la esperanza (Aguiño; Amado; Lagos, de Vigo; Francisco Fra Rico de Cervo y Lojo de Rianxo). Los demás (Lago Abeijón, de Outes; Abeijón Hermanos, de Outes; y Lorbé, de Oleiros) miran al futuro con cierto optimismo... de momento.

Reivindican un ciclo específico de FP

Una de las reivindicaciones, planteada hasta la saciedad por la Asociación Galega de Carpinteiros de Ribeira para combatir la falta de relevo generacional, es la implantación de un ciclo de enseñanza reglada específica de Formación Profesional de grado superior en construcción naval en madera, que permita homologar aprendizaje, complementado con formación en carpinterías de ribera.

En la actualidad, en Galicia hay un único ciclo, de grado medio, relacionado con la construcción naval en madera, denominado Mantenimiento de estructuras de madera y moblaje de embarcaciones de recreo. El colectivo considera necesario que este ciclo se complemente con uno superior de FP dual de diseño y construcción con nuevas técnicas de embarcaciones de madera que abarque también las embarcaciones profesionales. Agalcari considera, asimismo, que dicho ciclo superior debería complementarse con un máster que permita alcanzar la formación y conocimientos precisos y, al mismo tiempo, firmar proyectos propios de construcción naval.

El sector está inmerso en la aplicación de las últimas técnicas innovadoras aplicadas a la madera en general y a la construcción naval en madera en particular. Los modernos métodos de construcción naval en madera (empleo de laminados con resinas epoxi, combinación del método tradicional con madera laminada e incluso combinación madera, epoxi y poliéster) que están siendo aplicados en las carpinterías de ribera, permiten construir embarcaciones de altísimas prestaciones y de muy bajo mantenimiento, cumpliendo todas las exigencias de las distintas directivas europeas en materia de seguridad, estabilidad y navegabilidad. La técnica de la madera laminada, además, permite eliminar el calafateo tradicional, mejorar los diseños sin límite de formas, fortalecer la resistencia de la embarcación y reducir notablemente el mantenimiento logrando un acabado excelente.

Martín Senande, dueño de la carpintería Baladiño

Martín Senande, dueño de la carpintería Baladiño / GALP COSTA DA MORTE

“Eu xubílome dentro de tres anos, e este estaleiro morrerá comigo”

Martín Senande Vázquez pertenece a una saga de carpinteros de ribera de la localidad de Cabana. Su abuelo, Benito Senande, fundó en 1930 el astillero Baladiño, que luego pasaría a su hijo Eduardo. Pero Martín tiene 62 años y “os fillos non queren seguir co oficio”, señala, por lo que, de no mediar milagro, esta histórica carpintería de ribera podría cerrar sus puertas dentro de tres años, cuando él se jubile.

“Eu xubílome dentro de tres anos, e este estaleiro morrerá comigo”, lamenta. De momento sigue tocando madera, pero el último barco que construyó con ella salió de su astillero en 2005. Martín no tiene empleados; afortunadamente, nunca le faltó trabajo con las reparaciones y tareas de mantenimiento.

Igual de pesimista (y de realista) se muestra el dueño de Astilleros Garrido de O Grove, José Garrido. Lo fundó su tatarabuelo José en 1850. Luego pasó a su bisabuelo, a su abuelo y a su padre. “Pero non hai relevo; isto acabará aquí”, señala. En el último lustro, los cinco trabajadores construyeron otras tantas embarcaciones de recreo y tradicionales.

Por su parte, Domingo Ayaso cerró hace seis años el astillero que su bisabuelo fundó con su nombre, y a cuyo frente también estuvieron antes que él su abuelo Manuel y su padre, Domingo. Él sólo construía dornas, hasta que, tras 50 años de dedicación, llegó la jubilación, pero sin relevo.

También el astillero Naumarina de Ribadeo cesó su actividad hace tres años (tenía cuatro empleados). La falta de relevo profesional amenaza asimismo al astillero Catoira de Rianxo, a cuyo frente está Ramon Collazo (su hermano Manuel, fallecido recientemente, lo estuvo también junto a él). Lo fundó su abuelo José Ramón en 1915 y también lo gestionaron su padre, Manuel, y su tío José. En este caso, el fantasma del cierre se cierne sobre un negocio que da trabajo directo a una plantilla de nueve personas, y del que en el último lustro salieron dos bateeiros de 21 metros de eslora, dos embarcaciones de 19 y de 7 metros y cuatro de recreo, y en el que se realizan al año unas doscientas reparaciones.

Y Carlos Fernández, que le pasó su carpintería naval de O Grove a su hijo al jubilarse, lamenta que “ten data de caducidade: non terá relevo”.

Francisco pertenece a la séptima generación de la carpintería de ribera Francisco de Fra, fundada en 1806

Francisco pertenece a la séptima generación de la carpintería de ribera Francisco de Fra, fundada en 1806 / ECG

Fra, el maestro solitario de la séptima generación

Si hay una carpintería de ribera con solera en Galicia es la de Francisco Fra Rico, de Cervo (Lugo). Fundada en 1806, a su frente está hoy una sola persona, Francisco Fra, perteneciente a la séptima generación de artesanos que nació con Roque de Fra. “Al menos que tengamos constancia, porque es posible incluso que la actividad familiar se remonte más atrás”, dice Francisco, que ve complicado el relevo generacional porque sus hijos “no parecen por la labor”.

Eso sí: él, de momento, dice que no quiere ni pensar en la jubilación. Disfruta día a día con su faena y piensa ya en su nuevo encargo: una pequeña embarcación de recreo.

José Garrido fundó en 1850 un astillero con su nombre en O Grove que, hasta la actualidad, ha ido pasando de generación en generación. Y, tras denominare Hijos de Garrido, cambió a Astilleros Garrido S.L. Hoy es José, tataranieto del fundador, quien lleva las riendas de un taller que va ya por la quinta generación. La plantilla está formada por cinco personas. “No hay mano de obra cualificada; hay una escuela taller, pero la capacitación profesional no es la que se cecesita aquí. No hay relevo para este oficio: ni profesional ni generacional”, lamenta.