Playas cerradas y puertos a medio gas tras un año del derrame de Repsol en Perú

Un marinero: “Cada vez que pescas y cocinas te saca sabor a petróleo”

Pablo Fernández Cermeño (EFE)

Las playas de Ancón, en la provincia de Lima, continúan valladas con carteles que alertan sobre la presencia de petróleo, mientras que el puerto de la localidad se mantiene a medio gas con la pérdida de la pesca de bajura tras el derrame de Repsol de 11.900 barriles de petróleo en sus costas hace un año. “Playas cerradas. Altamente contaminadas por presencia de petróleo en el mar y la arena”, advierte el cartel de la municipalidad de Ancón. Alrededor, una cuadrilla de una firma especializada en la limpieza de residuos peligrosos industriales y biocontaminados se pasea con azadas para limpiar la playa, como pudo constatar EFE.

“Cada vez que mueves el agua y tú pescas un pez y lo cocinas te saca sabor a petróleo”, cuenta Simón (27 años), pescador de bajura que trabaja desde los 15 años en el muelle de Ancón, y que ahora se ve obligado a trabajar durante semanas fuera de casa para faenar lejos de la costa. Como él, decenas de pescadores que vivían al día con su trabajo en las playas ahora marchan durante más de dos semanas para realizar pesca de altura y descargar peces como el perico en los muelles de su ciudad.

“Yo salía a pescar de día y llegaba en la noche; me echaba a dormir en la noche, cenaba con mis hijos o salía a pasear. Ahora no”, relata Simón sobre el giro obligado que ha tenido que dar a su vida tras el vertido del 15 de enero de 2022 del buque tanque Mare Doricum de 11.900 barriles de crudo, según cifras del Ministerio del Ambiente de Perú. Aún así, los mayores y los pecadores de cordel y anzuelo, cuenta Simón, se han visto obligados a trabajar como mototaxistas o ayudantes de albañilería porque ya no tienen fuerza para la pesca de altura.

La falta de trabajo diario se intuye desde el malecón de Ancón, donde decenas de pequeños botes esperan amarrados. Isabelita, dueña de un huarique (restaurante popular) con su mismo nombre en el muelle de Ancón, asegura a que Repsol les “arruinó la vida” y que ahora se ven obligados a trabajar “solamente para comer”.