Padín invoca los datos del satélite para achacar el naufragio del “Pitanxo” a un fallo del motor

Un perito contratado por el patrón asegura que la versión de Samuel “es incompatible” | El barco navegó a 2 nudos en dos momentos de la noche: uno lo atribuye a un embarre, pero el otro, el fatal, no

Maniobras en el "Pitanxo", en una marea anterior.

Maniobras en el "Pitanxo", en una marea anterior. / Cedida

Lara Graña

Lara Graña

El embarre se produce, en un buque pesquero, cuando un aparejo largado se engancha con algún elemento en el mar durante una maniobra de arrastre. También se le conoce, en el argot profesional, como una espichada. El patrón del Villa de Pitanxo, Juan Enrique Padín, ha declarado que el buque espichó durante la noche del naufragio, el 15 de febrero, pero que fue capaz de soltar ese enganchón y continuar con la recogida de las redes con cierta normalidad. Y niega, por tanto, que hubiera un segundo embarre, como insiste uno de los tres supervivientes, el marinero Samuel Kwesi Koufie. Como sostuvo a su llegada al puerto canadiense de St. John’s cuando fueron rescatados, Padín atribuye las causas del siniestro a un súbito fallo del motor principal, un Wärtsilä 9L20, tras el cual el buque quedó a merced de olas de hasta seis metros. Un informe de un perito, solicitado por él mismo, le da la razón basándose en los datos emitidos por el Pitanxo vía satélite a través del sistema de geolocalización AIS (Sistema de identificación automática, por sus siglas en inglés) y la caja azul. El documento, al que ha tenido acceso FARO, se ha entregado en la Audiencia Nacional.

INFORME DE LAS SEÑALES AIS

A juicio de este perito, Alberto Tablón, la versión de Koufie es “incompatible” con la información técnica recepcionada desde el propio pesquero. Aunque hay aspectos que quedan sin explicar. Según los cálculos establecidos por este experto, hubo dos momentos en la noche del accidente en el que el Pitanxo navegó a una velocidad de 2,06 nudos. Para la primera, sí considera válida la versión del capitán. “Entre las 2:46 y las 2:49 del día, se produce una reducción de velocidad (de acuerdo con las declaraciones del patrón, en ese momento se produce una espichada, enganche de la red en el fondo)”. El pesquero recuperó velocidad a continuación, tras haber liberado los aparejos. A las 4:22 horas, un minuto antes de que el AIS dejase de emitir, el barco también se movía a esos idénticos 2,06 nudos. En este caso, no obstante, el técnico lo considera “compatible con la parada del motor y barco sin gobierno”, como defiende Padín, pero no con una espichada. Por este motivo, concluye, “la tesis [...] basada en la declaración en España del tripulante Samuel Koufie es incompatible con los datos arrojados por el AIS y la caja azul, puesto que si se hubiese producido un embarre [...] nunca el buque podría estarse moviendo a ninguna velocidad”.

Hay otro aspecto significativo en el informe pericial, en el que se apunta a la señal AIS como la más precisa a efectos de conocer la derrota de un pesquero. A partir de las 2 de la madrugada de aquella noche, el pesquero notificó 21 veces su posición y velocidad (por AIS), con un intervalo medio entre cada señal de cinco minutos. Pero entre las 03:50 y las 4:22 horas –son treinta y dos minutos–, inmediatamente antes de que el Pitanxo acabase engullido por el océano, no se emitió ningún registro. O, al menos, no consta en este estudio. Teniendo en cuenta que el patrón fija la hora del fallo del motor Wärtsilä “alrededor de las 4:00 horas”, y que la señal de la radiobaliza se emitió 37 minutos más tarde, el naufragio no habría sido tan súbito como se ha declarado en sede judicial. El pesquero Playa Menduiña Dos, el primero en acudir al rescate de los tripulantes, no recibió la llamada de auxilio hasta las 4:41 horas de la madrugada.

PROTESTAS DE MAR DE LOS SUPERVIVIENTES

En la protesta de mar –primera declaración de los supervivientes, prestada en este caso en Canadá–, Padín enumera estas acciones tras haberse producido supuestamente ese apagón súbito del motor: “llamo a la máquina [...] el agua cada vez entraba con más frecuencia creando una escora del costado de babor [...] En ese momento doy la señal de abandono del buque”. En este informe pericial hace referencia a otra sucesión de acontecimientos: “No hubo tiempo de conectar el auxiliar que había en la máquina para dar corriente a las maquinillas [...] ni de picar los cables del aparejo”. En ningún momento, ni en la protesta de mar ni en declaraciones posteriores, Padín aseguró haber mandado a los tripulantes que cortaran los cables que, según Samuel, tensionaron fatalmente al Pitanxo, provocando la escora y una masiva de agua que ahogó al motor principal. De hecho, este superviviente declaró –ante la Guardia Civil y en el Alto tribunal– que los marineros imploraron al patrón que se desprendiera del aparejo, sin éxito.

De los 24 tripulantes que iban esa noche a bordo del pesquero, de Pesquerías Nores, solo sobrevivieron tres.

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