Aunque en distinto caladero, con mayor tripulación y con un menor tiempo de reacción, el naufragio del Piedras en Gran Sol guarda cierta similitud con otro caso de renombre en el sector pesquero gallego, el del Monte Galiñeiro. El bacaladero vigués se hundió al mediodía en aguas de Terranova tras sufrir una vía de agua y un incendio a bordo que provocaron una escora a babor del arrastrero, lo que obliga a su tripulación a abandonarlo. La principal diferencia entre ambos casos es el tiempo del que dispusieron los marineros: en el caso del barco naufragado en 2009 fueron solo 18 minutos; en el del buque de Marín, casi cuatro horas.
El Monte Galiñeiro se hundió estando a 300 millas de Canadá, en el caladero NAFO. A bordo viajaban 22 tripulantes. Según relataron los supervivientes, se produjeron dos explosiones en la sala de máquinas que provocaron la entrada de agua y un incendio que se llevó a pique el barco “muy rápido”, como declaró el capitán, Iván Soaje, a su llegada a Vigo.
Al igual que en el caso del Piedras, el barco se quedó a la deriva por la pérdida del motor y fue la sala de máquinas el lugar por el que comenzó a entrar el agua. Sin embargo, en el caso del buque vigués el rescate fue mucho más complicado. Pese a que ambos accidentes sucedieron en un día soleado, en el caso de Gran Sol las condiciones climáticas eran mucho más favorables, con una calma chicha que facilitó mucho el descenso de la tripulación a la balsa salvavidas y el rescate por parte del Armaven Uno.
Iván Soaje, entonces, había declarado que las circunstancias del Monte Galiñeiro no fueron tan fáciles, ya que en su caso el aparejo de arrastre estaba largado y, como reveló la Ciaim más tarde, el buque iba sobrecargado de pescado (el Piedras acababa de descargar en Castletownbere y en las imágenes se ve el aparejo en cubierta). El rescate de NAFO lo realizó una patrullera canadiense que estaba a pocas millas.
Por el momento se desconocen las causas del hundimiento en Gran Sol. En el de aguas frente a Canadá los investigadores tampoco lograron llegar a una conclusión para la entrada de agua, para lo que barajaron una inundación a través de la bocina –abertura por la que sale la hélice del barco–, a través del colector principal de agua salada o incluso la colisión de algo contra el casco.
