Tres meses y medio después del naufragio del Villa de Pitanxo en aguas de NAFO, frente a Canadá, el sector pesquero gallego volvió a contener el aliento ayer por la mañana. Pasadas las 10.30 horas de la mañana de ayer, los primeros whatsapps de alerta empezaban a correr por los grupos de marineros y gente de la industria con la noticia de un nuevo accidente. También de un barco de Marín, el Piedras, aunque en este caso, en el histórico caladero de Gran Sol. Las primeras informaciones apuntaban a un hundimiento, pero con el paso de los minutos, la noticia adelantada por la edición digital del FARO desveló que los once hombres que formaban la tripulación del arrastrero de 46 años de antigüedad se encontraban en perfecto estado de salud. Otro pesquero vigués, el Armaven Uno, acudió al auxilio en medio de un mar en calma para recoger a los tripulantes. El patrón y el jefe de máquinas se quedaron a bordo para intentar taponar la vía y achicar el agua del buque, que también había sufrido un pequeño incendio. Tras varias horas escorándose, los dos marineros también fueron trasladados al otro arrastrero y el Piedras, pasadas las 14.20 horas, se hundía definitivamente en Gran Sol. La tripulación, por su parte, fue llevada a tierra, al puerto irlandés de Castletownbere.
El pesquero, que ondeaba la bandera británica, es propiedad de la armadora Nia Ltd y es una de las seis embarcaciones que forma parte de Noray Pesca, antes conocida como Sociedad Cooperativa Gallega del Mar San Miguel de Marín. El Piedras fue construido en 1976 por parte del astillero vigués Construcciones Navales Santodomingo, ya desaparecido, y contaba con 36 metros de eslora.
El buque partió de Marín el pasado 16 de mayo para una nueva marea en el caladero, en el que principalmente se captura merluza, rape y gallo. A bordo iban 11 tripulantes: siete españoles, dos de Ghana y otros dos marroquíes. Por lo que se ha podido confirmar, cuatro tienen residencia en Marín: Ángel Landín Muradas, José Antonio Farto, Ebenezer Nii Agyei Tawiah y Jo Baidou.
Tras una primera descarga en Castletownbere, principal puerto para la flota gallega que trabaja en la zona, el Piedras volvió a partir hacia la zona de pesca. Fue cuando se encontraba a 64 millas al suroeste del cabo Mizen, en la provincia de Cork, cuando el pesquero dio la voz de alarma, que según los guardacostas irlandeses llegó a su centro de coordinación de emergencias MRSC Valentia “poco después de las 9 de la mañana” hora local, es decir, pasadas las 10.00 horas en España. En ese momento la noticia era que el barco tenía “dificultades” y que estaba “haciendo aguas” y sin propulsión. Se movilizó un helicóptero, así como un avión de patrulla marítima del Cuerpo Aéreo irlandés y la patrullera LÉ Samuel Beckett.
Cuando el Armaven Uno llegó a la zona, los tripulantes se subieron a una de las balsas de rescate del Piedras para ser puestos a salvo. Mientras las imágenes aéreas tomadas por el avión irlandés mostraban humo saliendo del barco, tanto el patrón como el jefe de máquinas intentaban salvar la embarcación. Ante la imposibilidad de la tarea, y con el barco ya muy escorado, los dos tripulantes abandonaron la nave. Desde el Armaven Uno, los 11 hombres vieron como el mar se tragaba el arrastrero, que dejó de emitir su señal satelital pasadas las 14.20 horas.
El pesquero de Vigo trasladó a los marineros rescatados, “en buen estado” según Salvamento, al puerto irlandés. También lo confirmaron tanto el delegado del Gobierno, José Miñones, como el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda. La última descarga de pescado del Piedras llega hoy a la lonja de Vigo.

El recuerdo sacude a las familias del “Pitanxo”
El accidente del Piedras se quedó en un susto. Sus 11 tripulantes pudieron ser rescatados sin problema. Sin embargo, en los primeros minutos del incidente, el miedo se volvió a meter en el cuerpo de todo el sector pesquero gallego tres meses y medio después del naufragio del Villa de Pitanxo. Sobre todo, para los familiares de los 21 fallecidos de aquel siniestro que tuvo lugar en aguas de NAFO, frente a Canadá. María José de Pazo, hija del maquinista de aquel arrastrero y portavoz de las 21 familias de los fallecidos enfrente, avisó ayer a parte de la prensa del siniestro y trasladó su “inmensa” alegría cuando se supo que la tripulación había sido rescatada al completo.
“Me tuve que sentar porque me ha venido todo lo que estamos pasando las 21 familias, no se lo deseamos a ninguna”, indicó la también armadora. Además, De Pazo quiso destacar que el “comportamiento del patrón en el abandono del buque ha sido bueno”.
El Piedras, además, es también el último barco en el que se enroló Samuel Kwesi, uno de los tres supervivientes del siniestro (junto al padrón Juan Padín y el marinero Eduardo Rial) frente a Canadá. Su padre adoptivo, Samuel Gago, lo confirmó en la TVG, al mismo tiempo que reconocía que Kwesi no volverá al mar. “Es definitivo”, asegura que le dijo el marinero.
Aprovechando la coyuntura, la portavoz insistió una vez más en la necesidad de bajar al pecio del Villa de Pitanxo para saber las causas del naufragio, “prevenir” estas situaciones y que “no vuelva a pasar nunca más”. Señala que están a la espera de que el Gobierno central se pronuncie sobre el ofrecimiento de una empresa noruega de un robot y un sónar para bajar al pecio.