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Las contradicciones rodean al “Pitanxo”

La versión del capitán, firmada por los otros dos rescatados ante notario en Canadá, choca con la de Kwesi en España | Padín ordenó la evacuación tras la escora al quedarse sin motor

Las dos balsas localizadas tras ser descargadas del “Playa Menduiña Dos”, que rescató a los tres supervivientes. | // PAUL DALY / EUROPA PRESS

El pasado 15 de febrero, sobre las 5 de la madrugada (hora española) el Villa de Pitanxo se quedó sin motor durante la maniobra de virada. El personal de guardia en la sala máquinas no sabía qué pasaba y se llamó al jefe. El barco, sin gobierno, retrocede, el agua entra por la rampa de popa en medio de las grandes olas y llegan hasta las maquinillas que sujetan el aparejo, lleno de fletán. A partir de ahí el barco escora poco a poco y el capitán hace un llamamiento a la tripulación para llegar al puente, dotarse de chaleco y traje salvavidas y subirse a las balsas. El arrastrero, finalmente, naufraga.

Esto es al menos lo que Juan Padín, patrón del navío que se hundió en Terranova, declaró tanto en Canadá como ante las autoridades en España. La versión recogida en la protesta de mar –acta realizada cuando ocurren hechos de los que pudiera deducirse responsabilidad del capitán– fue respaldada por Padín y los otros dos rescatados, los marineros Eduardo Rial y Samuel Kwesi, ante notario.

Según Padín, el Villa de Pitanxo se quedó sin motor durante la maniobra de virada

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Fue el 19 de febrero en el puerto de St. John’s, en Canadá, a donde llegaron a bordo del buque Playa Menduiña Dos, y fue la misma que Padín y Rial trasladaron a la Policía Judicial, la Guardia Civil y la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes Marítimos (Ciaim). Sin embargo, difiere en muchos puntos de la declaración realizada por el propio Kwesi ya en suelo español.

La protesta de mar, a la que ha tenido acceso FARO, está firmada por los tres supervivientes, el cónsul español en Canadá (así lo requiere la legislación) y ante notario. Es, en resumidas cuentas, la versión del capitán de lo sucedido, con una relación de la dotación que formaba parte del buque y el visto bueno final de los marineros Rial (su sobrino) y Kwesi.

En ella, los tres ratificaron aspectos que ya eran conocidos, como que el barco estaba pescando (en maniobra de virada del aparejo), que se quedó sin gobierno y que acumuló agua hasta que escoró y, finalmente, se hundió. Dejó 21 víctimas mortales, de los que solo aparecieron nueve.

Según Kwesi, pidieron al patrón que soltase la red y al no hacerlo, se produjo la parada del motor a raíz de la entrada de agua y no al revés

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Sin embargo, el documento aporta detalles desconocidos y mucho más extensos que lo que figuraba en la escueta nota emitida dos días más tarde, el 21 de febrero, por la armadora del barco, Grupo Nores, en la que solo se aludía a una parada del motor.

El documento

Según el texto, Padín explica que el barco se quedó sin máquina y que contactó con el segundo de máquinas y el engrasador para saber qué había pasado. El motor no arrancaba, por lo que llamaron al jefe de máquinas, Francisco de Pazos. Con la carga del aparejo y sin gobierno, el buque de 50 metros retrocede, lo que hace que las olas entren hasta llegar a las maquinillas, bajo el puente, mientras el buque se atraviesa, quedando a merced de las olas y sin estabilidad.

Padín dice que inició el protocolo de abandono, llamando a toda la tripulación para que acuda a la popa del puente y activando él mismo la llamada de emergencia (distress, por VHF y por telefonía). Con una escora ya pronunciada a babor, da la orden de subir a las balsas, dejando a cargo de una al primer oficial, Juan Antonio Cordero, y quedándose él al cargo de la otra, la de estribor. Las olas siguieron golpeando y el Villa de Pitanxo se hundió.

Tanto Padín como Rial ratificaron esta versión ante las autoridades en España. El testimonio de Samuel Kwesi, por su parte, habría cambiado el 25 de febrero ante la Policía Juicial y la Guardia Civil y el 2 de marzo ante los investigadores de la Ciaim. Según el ghanés, la tripulación habría solicitado al patrón que soltase la red y que, al no hacerlo, se produjo la parada del motor a raíz de la entrada de agua y no al revés. El marinero también habría señalado que nunca llegó la orden de abandonar la embarcación o de colocarse los salvavidas y trajes de supervivencia.

A la espera

La declaración ante las autoridades de Kwesi, cuyos intereses defiende el abogado pontevedrés Alberto Lastres desde que llegó a España tras el naufragio, fueron filtradas a la prensa. El ghanés manifestó que solo quiere que todo “llegue a buen término en sede judicial” y que quiere “que sean las autoridades las que definan las responsabilidades”. “Samuel quiere que la investigación siga su cauce”, apuntó Lastres, que a preguntas de este medio negó un cambio de versión por parte de Kwesi desde que aterrizó en suelo español desde Terranova o que la información sobre su declaración saliese de su despacho.

Por el lado de Grupo Nores y de los otros dos supervivientes, la representación legal está siendo llevada por el despacho vigués Amya Abogados.

Ambas partes están ahora a la espera de que la Fiscalía de la Audiencia Nacional informe sobre si existe competencia y admisión a trámite para la instrucción del naufragio, que deberá determinar si hay responsabilidades penales en la mayor tragedia para el sector en Galicia desde 1978. En este sentido, se espera que haya noticias la próxima semana.

Las familias, sin noticias del robot 15 días después

Los familiares de los marineros fallecidos en el naufragio del Villa de Pitanxo creen que el Gobierno “les da largas” sobre la reanudación de la búsqueda de los cuerpos: “No los vamos a dar por perdidos”. De hecho, manifiestan que siguen sin noticias de la opción de enviar un robot a la zona, tal y como se comprometió a buscar Marina Mercante hace 15 días.

La sensación generalizada de los familiares, que se han reunido estos días, es que la búsqueda de alternativas se está frenando, ya que detrás hay muchos “intereses económicos”. “Sabemos que es complicado tanto en lo técnico como en lo económico y que la situación del mundo en general está peor que nunca, pero sabemos que se puede hacer. Que nos digan que sí o que no, pero que no nos estén vacilando porque tenemos a nuestros familiares allí dentro”, reivindicó Kevin González, hijo del oficial de máquinas.

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