La revista Scientific Reports, del grupo Nature, acaba de publicar un estudio en el que participan investigadores de la Universidade de Santiago de Compostela para la descripción del mercado mundial de cefalópodos. Una de las principales conclusiones es que España –y en especial la comunidad autónoma de Galicia– domina junto a China y Japón el comercio mundial de estas especies, entre las que destacan el pulpo, calamar o sepia.

El comercio de cefalópodos es una industria multimillonaria tras haber experimentado en los últimos decenios un enorme crecimiento –un 416% en el volumen de descargas desde 1961–. Estos invertebrados marinos representan el 2,5% de la producción mundial de alimentos procedentes del mar.

A pesar de su importancia ecológica, social y económica, existen pocas investigaciones que hayan descrito el alcance y la escala del comercio global de los cefalópodos. Del mismo modo, no existe hasta la fecha una regulación específica o sistemas de seguimiento que permitan estudiar su trazabilidad.

Los autores han analizado 20 años de registros recopilados en las bases de datos de comercio de las Naciones Unidas y el resultado es este estudio, que muestra que la mayor parte de los movimientos de mercado, en el que están involucrados unos 250 países, están liderados por cinco asiáticos (China, India, la República de Corea, Tailandia y Vietnam), dos europeos (Países Bajos y España) y Estados Unidos.

El artículo destaca, además, que España está en el grupo de cabeza del suministro de cefalópodos per cápita/día, esto es, la media de la oferta disponible por habitante en el país, solo superada por Corea del Sur y al mismo nivel que Japón o Taiwán.

También, señala que muchos de los cefalópodos potencialmente consumidos en España provienen de Mauritania y Marruecos (pulpo congelado) e India (calamar y sepia frescos), mientras que una gran cantidad del pulpo fresco español se exporta principalmente a Portugal e Italia.

Los autores del estudio afirman que destacar esta información es “de vital importancia” en el contexto actual de cambio global, pues “el impacto ecológico de un alimento de origen marino no solo se debe a la energía utilizada para su captura y producción, sino también a la distancia recorrida para llegar hasta las mesas, e incluso al vehículo de transporte utilizado para su transporte”.

Además del análisis de movimientos de mercado, la investigación identificaron aquellos países o territorios que juegan el papel de principales exportadores y, o bien, importadores, los moduladores, intermediarios o acumuladores, los comerciantes mejor conectados e influyentes, las principales rutas de flujo y los puntos débiles de la red mundial de comercio de los cefalópodos.

El trabajo fue liderado por los investigadores Andrés Ospina-Álvarez, del Imedea (CSIC-UIB), y Sebastián Villasante, del Centro Interdisciplinar de Investigación en Tecnologías Ambientales (Cretus) de la USC. De este grupo gallego también participan Pablo Pita y Gillian Ainsworth, además de Silvia de Juan (Instituto de Ciencias del Mar, ICM-CSIC), Cristina Pita y Fábio Matos (Universidade de Aveiro). El trabajo ha sido financiado por el proyecto europeo Interreg Cephs and Chefs.