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Juan Montáns | Miembro del Comité de Dirección en Conservas Albo

“El objetivo es llegar a producir en la Plisan unos 100 millones de latas al año”

Juan Montáns, ayer en la sede de Ieside. Alba Villar

Juan Montáns participó ayer en el II Global Forum, una iniciativa promovida por el Ieside Business Institute sobre las estrategias de nuestras empresas en su acceso al mercado chino. Como miembro del comité de dirección en Conservas Albo, Montáns (de 53 años) conoce el país asiático y su mercado. Durante el foro, que sirvió también para la presentación de la I Plataforma Empresarial de Galicia en China (nacida el pasado 9 de septiembre), el directivo atendió a FARO y repasó el pasado, presente y futuro de la histórica conservera, ahora en manos de Shanghai Kaichuang.

–Pocos sabrán tanto del mercado asiático como desde Albo, ¿no?

–Bueno, nosotros realmente llevamos poco tiempo. Todo el mundo compra y vende en China, pero siempre es difícil y más en un momento como el de ahora, con la crisis de los contenedores. En lo que es alimentación y conservas es muy complicado vender en China por la cultura. No están acostumbrados a comer algo que está envasado y que no ven, son muy de comprar fresco y productos que ven y conocen. No hay cultura de conservas y hay que explicarles el proceso, porque hay muchas empresas que hacen conserva en China, pero para exportar. El mercado va lento, aunque ahora la gente joven parece que empieza a aceptarlo mejor.

–¿Ni con el aumento de consumo que acompañó la pandemia se vendió mejor el producto allí?

–En España aumentó el consumo de productos elaborados, el comercio online… En China pasó lo contrario: aumentó el consumo de productos frescos, porque tienen la mentalidad de que eso ayuda a mejorar la inmunidad. Estamos peleando y estos foros sirven para que otros conozcan las meteduras de pata que han tenido los primero. Más que a enseñar venimos a aprender.

Montáns, durante la entrevista. Alba Villar

–Están levantando una factoría en la Plisan, ¿en qué punto están las obras?

–Van muy bien, van en tiempo. Tuvimos un problema, que fue que se encontró agua al iniciar las obras, pero se resolvió rápido. Ahora la obra civil estaré terminada en un mes y medio o dos meses y ahora vendrá la parte complicada, que es la de equipar las instalaciones, es decir, meter todo lo que nos hace falta dentro. La intención es empezar ya el próximo año en la fábrica nueva. Vamos a llevar alguna maquinaria, otra la venderemos, y estamos pendiente de qué nivel de inversión en maquinaria vamos a hacer. Lo estamos estudiando.

–Una vez puesta en marcha, ¿cuál sería el siguiente punto estratégico?

–Darle trabajo. En el plan estratégico el objetivo es llegar a producir unos 100 millones de latas al año, pero en un futuro cercano queremos llegar a los 75 millones. Nosotros estamos ahora en torno a 60 millones de latas individuales. La idea es optimizar costes y ver otras alternativas. No descartamos pelearnos a nivel internacional con empresas más grandes, que van al mercado a precios más bajos e intentar llegar ahí. Siempre sin tocar el núcleo, que es la marca Albo. Hay sitios que no llegamos porque es una guerra básicamente de precios, pero hay otros a los que sí porque además buscan calidad.

“Había otras alternativas para la venta, pero no acabaron de cuajar”

–¿Vendían en China antes de tener sus actuales dueños?

–Si, yo creo que por eso nos conocían también un poco. Éramos una marca de prestigio en España, en Suiza y en Europa en general, algo en Sudamérica y en Asia estábamos en Emiratos Árabes Unidos y en China. Allí tenemos un producto de calidad, un poco más caro por el tipo de procesos que hacemos, y había un mercado. Pequeño, pero que estaba allí. Ahora dentro de una multinacional desde 2016 y con la llegada de Bright Food podemos llegar a los 5.000 puntos de venta que tienen solo en el área de Shanghái. Parece fácil, pero ha sido complicado, porque es un cambio de cultura y hay que ir poco a poco. Se va aumentando y creemos que llegará un momento en el que haya una explosión y empiece a llamar mucho la atención, lo que será peligroso para el resto de consumidores por la cantidad de población que hay allí.

–Dice que llamaron su atención por estar ya allí, ¿cómo se gestó la llegada de Shanghai Kaichuang?

–La familia estaba ya en quinta generación y veía que no había continuidad. Era un momento en el que o invertías mucho dinero, como en esta fábrica nueva, o tocaba vender. Buscar una alternativa que pusiera dinero para seguir adelante. O los accionistas invertían o esto tendría un punto y final, porque hacía falta instalaciones nuevas, temas que actualizar en maquinaria y por legislación… Ahí fue cuando aparecieron alternativas y la que más ganas e interés puso fue Shanghai Kaichuang.

–¿Qué otras se interesaron?

–Había otras alternativas, pero no acabaron de cuajar. Muchos rumores que ni merece la pena mencionar. Shanghai Kaichuang vinieron a visitarnos, tuvimos varias entrevistas con ellos… Hubo unos procesos previos y típicos de compra.

–Pero, ¿se apostará también por producir marca blanca?

–No se descarta nada, pero la intención es mantener la marca, porque el 98% es de nuestra marca. Hacemos algún producto para delicatessen, pero quien nos da el soporte es Albo. Vamos a ver qué posibilidades, ¿qué se puede llegar con otras marcas que tenemos como Barlovento? Perfecto. ¿Qué no se puede? Pues ya se valorará. Ahora mismo la idea es ampliar mercados internacionalmente.

–¿Impactará la crisis de contenedores en sus cuentas de resultados?

–Como a todo el mundo, porque afecta al precio de las materias primas. El atún que traemos de China nos sale a unos 400 dólares más cara la tonelada. Es mucho dinero y vamos a ver cómo se va a asumir o trasladar. Esto es un dominó, porque se traspasan los costes y acaba en el consumidor final. Y ya no es solo eso, también está la electricidad. Este año y el que viene van a ser muy complicados.

El directivo de Albo, en la sede de Ieside. Alba Villar

–¿Cómo cerrarán este año?

–Teníamos un objetivo que seguramente no seremos capaces de alcanzar por todo esto que está pasando. También han bajado las ventas con respecto al año pasado, porque el año pasado ha sido muy bueno. En eso todos estamos igual, pero estamos haciendo un último esfuerzo para mejorar las cuentas. Ahora mismo no son maravillosas, no lo vamos a negar. Es un año muy atípico.

“Si no hubiera sido por Shanghai Kaichuang seríamos una empresa que estaría luchando por no ahogarse”

–Fue la gran inversión china en Galicia tras la de Citic. ¿Cómo valora este viaje cinco años después?

–Está claro que si no hubiera ese cambio estaríamos en otra posición totalmente diferente. Ellos hicieron una inversión muy potente por comprar Albo, ahora van a hacer otra casi tan potente para la fábrica nueva, la más grande y moderna del sur de Galicia. Si no hubiera sido por la compra de Shanghai Kaichuang no estaríamos aquí y seguramente seríamos una empresa que estaría luchando por no ahogarse. Además, es importante porque ellos capturan pescado, son un proveedor. Ellos pescan y nos proveen de pescado, nosotros procesamos en un equilibrio entre tradición y tecnología y Bright Food tiene la distribución. Siempre nos comentan, que si la gente acudiese a comprar de una manera normal Albo no daría abasto para suministrar en lo que venden en los puntos de venta. Vamos trabajando poquito a poco, ganando visibilidad también en internet en los diferentes portales de venta. Decir Bright Food en China te abre todas las puertas, porque es un monstruo que factura 25.000 millones de dólares [21.623 millones de euros].

–Recientemente crearon Estelas Trading, ¿qué papel jugará en este futuro de Albo?

–Es una compañía 100% de Albo. Shanghai Kaichuang captura aproximadamente unas 120.000 toneladas de pescado al año. Nosotros no somos capaces de trabajar ni 10.000, algo insignificante respecto a lo que mueven. Hay pescado que venden allí y luego unos intermediarios lo traen a Europa. Se decidió que, estando ya en Europa, se crease una empresa para abaratar intermediarios y precios de compra. Nace en un año complicado por el precio de los fletes de los contenedores, que se ha multiplicado por seis el precio desde China, pero está aguantando.

–Facturó 12 millones en su primer año. ¿Qué techo tiene?

–Sí, pero este ya va a ser más complicado, pero vamos a estar ahí. Ya ha puesto la semilla y ahora tiene que crecer. El objetivo es que venda todo lo que pueda. El precio de los fletes ha aumentado un 30%, es difícil.

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