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La pesca gallega se planta ante la subida gasóleo: “Muchas empresas morirán”

Ministros de Pesca reunidos en Bruselas Zucchi Enzo

La decisión de Bruselas de poner fin a la bonificación de gasóleo que se aplica a la flota pesquera ha levantado revuelo. La directiva europea de Tributación Energética, propuesta por la Comisión Europea en aras de la descarbonización de la economía, marca 2023 como punto de partida para que los buques pesqueros empiecen a tributar por el gasóleo, un coste mínimo de casi 14 euros por cada 100 litros de suministro, tal y como avanzó FARO. Y la medida no ha suscitado sino preocupación entre las asociaciones pesqueras que evidencian cómo pondría en jaque la supervivencia de muchas empresas.

“En el momento en que eliminen la posibilidad de tener exenciones fiscales en el gasóleo, muere la pesca”, hace hincapié Basilio Otero, presidente de la Federación Nacional e Cofradías de Pescadores (FNCP). “Pagar esos impuestos implica triplicar el precio del combustible”. Coindicen desde la Cooperativa de Armadores de Vigo (ARVI), que consideran que, además, supondrá una desventaja competitiva para el sector pesquero europeo frente a otros países “que no es que no tengan impuestos, es que reciben subvenciones”, evidencia Edelmiro Ulloa. Rusia o China, son un ejemplo.

Los costes de petróleo pueden suponer más del 40% de los gastos operativos de una empresa. “O nuestras empresas tendrán muchos problemas para sobrevivir o habrá un incremento de los precios del pescado, que lo transformará en un bien de consumo de lujo, inaccesible para muchos hogares”, reflexiona Daniel Voces, director gerente de la organización europea de armadores, Europêche. Lo de subir los precios es, sencillamente, una quimera, coinciden los representantes de la flota.

También la Xunta rechaza la medida ya que considera que pone en riesgo la rentabilidad y el futuro del sector pesquero gallego. La medida “dañaría a la flota gallega”, apuntan fuentes de la Consellería do Mar. “No entendemos el cambio de opinión de la Comisión Europea, que antes concordaba con la de Galicia, ni que el Gobierno central se pliegue ante esa disposición”, critica.

La directiva afectará de forma más abrupta a la flota artesanal. Nueve de cada diez barcos de la flota gallega, más de 3.800, son de artes menores. Aquellos que pesquen en aguas internacionales tendrán más margen de maniobra para repostar fuera de aguas europeas, exentos de la competencia fiscal del club de los 27. “Muchas flotas intentarán llenar el tanque fuera de aguas comunitarias para evitar los impuestos”, reconoce Voces. Una opción que no está al alcance de la pesca artesanal. Pero esta práctica tendrá un impacto, en paralelo, a la operativa de los puertos españoles. “La flota del calamar, viene cada seis meses a Vigo, y carga entre 500.000 y 600.000 litros en una sola toma”, ejemplifica Ulloa para detallar como se perderán actividades portuarias asociadas al repostaje.

Pese a este cambio tecnológico instigado por Bruselas, la Organización Mundial del Comercio defiende que se ponga fin a todo subsidio a la pesca, también los referidos a la modernización de las embarcaciones, que serían aplicables a esta transformación de los motores de gasóleo. En su argumentario, sostiene la organización, esas ayudas contribuirían a una sobrecapacidad de la pesca. “Necesitamos más espacio para mejorar las condiciones a bordo y para mejorar la eficiencia energética”, expone la controversia Voces, “Para que un barco pueda introducir un motor de hidrógeno necesita que la parte delantera sea más grande para tener mas estabilidad. Es una contradicción que se diga que debemos mejorar nuestros barcos de pesca para ser más sostenibles y que se prohiban este tipo de acciones”.

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