Venden producto de alimentación, producto de primera necesidad, pero eso no ha sido suficiente para que las lonjas gallegas fueran capaces de esquivar el golpe coronavirus en el primer semestre del 2021. El sector, tan dependiente del canal horeca, afronta la primera mitad del ejercicio lastrado por las restricciones de la pandemia y totaliza unas ventas de pescado y marisco de 60.200 toneladas en este periodo. Una cifra que se sitúa un 10,8% por debajo del mismo periodo del año anterior y lejos de las 72,1 toneladas de la primera mitad de 2019.
No deja de resultar llamativo que, pese a esta caída en el consumo, la facturación del sector no registró grandes variaciones en términos interanuales. Se situó en los 179,2 millones de euros, tan sólo un 0,2% inferior al primer semestre de 2020 pero muy distante de los más de 214 millones obtenidos entre enero y junio del año previo a la pandemia.
Tras esta controvertida correlación se esconde un alza en los precios de los productos del mar. Además, tiene mucho que ver en ello el tipo de especies que más se comercializaron en este periodo. “En la facturación influye directamente qué especies se han vendido más o menos”, puntualiza el presidente de la Federación Galega de Confrarías, José Antonio Pérez.
En efecto, la especie más comercializada en el primer semestre de 2021 en las lonjas gallegas ha sido la merluza, con una facturación de 47,94 millones de euros y más de 13 toneladas. Le sigue muy de lejos el rape, con 2,8 toneladas y 13,7 millones de euros de facturación. En tercer lugar se encuentra el rapante, con 9,5 millones de cifra de negocio, de acuerdo con los datos de la Plataforma Tecnolóxica de Pesca. Todas ellas son especies procedentes de la pesca de altura (y de litoral), que presenta precios más elevados que las de pesca de bajura, según recuerda Pérez.
“Con el canal horeca cerrado, si no se lograba colocar el pescado un día, al día siguiente no se salía a faenar”
Aunque los dos primeros meses del año pasado transcurrieron sin coronavirus, el sector pesquero arrastra una disminución de las ventas de entre el 20% y el 30% desde el inicio de la pandemia, pone de relieve la gerente de la Asociación de Comercializadores de Pescado de Vigo (Acopevi), Marisol Landriz. Las fluctuaciones todavía persisten, incide la portavoz, acuciadas por esas restricciones a la hostelería. Y es que este canal de distribución se articula como una de las principales fuentes de ingresos para las lonjas. “Con el canal horeca cerrado, si no se lograba colocar el pescado un día, al día siguiente no se salía a faenar”, indica Pérez.
Con la entrada en vigor del confinamiento severo, los consumidores se lanzaron a las estanterías de los supermercados como si no hubiera un mañana. El papel higiénico y los consumibles no perecederos no fueron los únicos en desaparecer sin dejar rastro. Ese consumo de la restauración se trasladó a dentro de los hogares y los productos del mar que se pueden congelar, como merluza o rape, se escurrían de las manos. Nunca en ningún otro momento la cadena de suministro del sector de alimentación estuvo tan a prueba. “Ahí se notó la fuerza del supermercado en el pescado diario”, apunta Pérez para recordar como la distribución tiró de la cifra de negocio del sector.