El conflicto pesquero entre Reino Unido y Francia en la isla de Jersey, que se agudizó ayer con la protesta de unos 60 barcos franceses por las condiciones de las licencias otorgadas, pone a prueba los acuerdos que regulan la relación entre Londres y la UE tras el Brexit.

El tono comenzó a elevarse el día 4, cuando Francia amenazó con represalias contra Jersey después de que el Reino Unido estableciera nuevas reglas para que sus barcos accedan a las aguas de esa isla. París se queja de que solo 41 barcos, de una lista de 344, fueron autorizados el pasado 30 de abril a faenar allí.

La disputa tiene a patrulleras de uno y otro país en la zona y Bruselas, a través de la portavoz comunitaria de Pesca, Vivian Loonela, llama la “calma”, aunque acusa a Londres de saltarse el acuerdo.

Esas licencias incorporaban "condiciones adicionales", algo que la Comisión cree que no respeta las disposiciones del acuerdo entre la UE y el Reino Unido.

Ese pacto, recordó la portavoz, obliga a que cualquier nueva condición que limite el acceso a aguas británicas "respete los objetivos y principios del pacto y esté basada en normas científicas claras y no discriminatorias".

Además, las condiciones deben ser notificadas con antelación "para poder evaluar y reaccionar".

"Por eso hemos dicho que hasta que no recibamos más justificación por parte del Reino Unido, esas condiciones no se deben aplicar", añadió.

"Seguiremos en contacto con el Reino Unido. Pedimos calma y haremos lo previsto en el acuerdo, siempre teniendo en cuenta los intereses de nuestros pescadores", añadió la portavoz.

Por su parte el portavoz de la CE Daniel Ferri dijo que Bruselas está involucrada de "buena fe" con el Reino Unido para tratar de resolver la situación y reiteró la petición de "calma" a las partes.