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El empleo del sector del mar en Galicia resiste el envite de la pandemia

Una descarga en el puerto de O Corgo, en O Grove. M.M.

El sector pesquero gallego fue considerado esencial durante las fases más duras de la pandemia. Los barcos siguieron saliendo al mar durante el cerrojazo que trajo consigo para la industria el estado de alarma iniciado en marzo del año pasado. Lo hicieron para traer alimentos a tierra, pese al cierre del canal Horeca (su principal cliente), la caída casi generalizada de los precios de sus capturas y el riesgo al contagio ante la escasez de equipos de protección individual (EPIs) que se dejaba notar en todo el territorio nacional. Las mariscadoras y aquellos que trabajan otros productos más gourmet lo pasaron todavía peor, llegando incluso a parar por completo. Todo ello se dejó notar en las cifras del empleo del sector del mar en la comunidad, que logró aguantar el envite del COVID a nivel general (los afiliados cayeron solo un 1,5%) y que afectó, principalmente, a los trabajadores por cuenta propia (-3,6%). Pese a todas las dificultares, el sector logró aferrarse a la cifra simbólica de los 20.000 empleos.

El Régimen Especial del Mar de la Seguridad Social engloba a las tripulaciones de la flota de bajura, altura y gran altura, pero también a las mariscadoras, percebeiros, recogedores de algas, buceadores que capturan recursos pesqueros, rederas, prácticos de puerto, marinos de la marina mercante... En total la comunidad contaba con 20.252 afiliados a cierre de marzo del pasado año, mes en el que el Gobierno anunció el estado de alarma ante el avance de los contagios. Un año después la comunidad roza esa barrera simbólica de los 20.000 empleos al haber perdido solo 309 cotizantes durante la pandemia, situándose el pasado marzo en los 19.943.

Hugo Barreiro.

La crisis económica asociada a la sanitaria dejó importantes pérdidas en las lonjas gallegas por la caída de precios. El sector vio como solo la facturación de las rulas, que alcanzaron los 412,9 millones, cayó el pasado año un 11,1% respecto a las cifras de 2019, lo que supuso casi 52 millones de euros menos. Esta situación provocó un aumento de la ya de por sí habitual problemática de falta de relevo generacional en el sector: los que hoy se dedican a la pesca o al marisqueo no encuentran a gente –ni en casa ni fuera– interesada en ocupar su lugar.

Los trabajadores por cuenta propia sufrieron el grueso del golpe del COVID

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Durante la parte más dura de la pandemia el sector marisquero gallego llegó a parar por completo. También muchos de los que se dedicaban a recursos específicos con destino, principalmente, a los restaurantes. Con la reapertura del canal Horeca el sector volvió a armarse de sus rastrillos y del resto de equipos para tomar las costas, pero algunos ya se quedaron por el camino. Los trabajadores por cuenta propia fueron precisamente los que sufrieron el grueso del golpe de la pandemia. El colectivo perdió casi 350 miembros en un año, quedándose en 8.973 afiliados.

La imagen contraria la dejaron los trabajadores que prestan sus servicios a otra persona. Pese a que Galicia perdió un millar de embarcaciones en los últimos 15 años (principalmente de bajura, como publicó FARO el pasado mes), desde marzo de 2020 las personas asalariadas aumentaron en la comunidad. Eso sí, tímidamente: Galicia tiene 34 personas afiliadas por cuenta ajena a este régimen, con un total 10.970 trabajadores.

Aunque la caída corta la ligera progresión en el sector después de la debacle de la pasada década (Galicia contaba en 2010 con 23.572 afiliados), el cierre del primer trimestre deja una nota esperanzadora: un avance de 3,1% respecto a principios de año.

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