No hay hospitales en medio del Atlántico. Por las manos de Roberto, marinero en NAFO, han pasado unas cuantas cabezas con brechas. Y no es solo que sean lo más socorrido, es que las grapas son el único tratamiento.
Pero en las pandemias no funcionan los remedios de urgencia. Y en un barco no hay respiradores, intensivistas ni UCI; la única distancia social es la que los separa de puerto y de sus familias. Pese a estas condiciones de trabajo, y a la gravedad de los brotes que se han sucedido a bordo, a las flotas no se les ha concedido la condición de esenciales en los protocolos de vacunación, la que sí han mantenido y probado desde que estalló el COVID-19.
“Hacen mareas de cinco meses, en ocasiones. Recalan en puerto y no pueden bajar, si subiera algún contagiado estarían todos con coronavirus a los quince días, como ya ha pasado”, lamentan desde el palangre gallego. La pesca exige prioridad para los marineros en el proceso de inmunización. “Cuando les toque, en el turno que les toque y con la vacuna que les toque” ha sido, de momento, la respuesta del Ministerio de Sanidad.
“Es necesario que entiendan –ahonda un armador con buques en Argentina– las condiciones en las que se trabaja”
“Es necesario que entiendan –ahonda un armador con buques en Argentina– las condiciones en las que se trabaja”. Y que, pese a la aplicación estricta de los protocolos, el COVID ha infectado barcos enteros en casi todos los caladeros donde opera la flota gallega.
La patronal pesquera Europêche y la Federación Europea de Trabajadores del Transporte (ETF, en inglés) pedirá por escrito a los comisarios de Pesca, Salud y Mercado Interior que la flota sea considerada esencial –como lo fue durante la etapa más dura de la pandemia– y forme parte de los grupos con acceso prioritario a las vacunas, como avanzó FARO.
Las fotos, enviadas desde el Mar del Norte, Atlántico Norte, Atlántico Sur y Malvinas pretenden ser un ejercicio didáctico. “Y un saludo a casa, de paso. Estamos bien”.