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Los 100 días de Pabbar en Galicia

El embarque de Pabbar, ayer en el arrastrero “Patricia Marta”. | // ALBA VILLAR

Pabbar llegó ayer a O Berbés para embarcar en un arrastrero. Es algo que llevaba tiempo esperando. Llegó a Galicia para aprender, crecer y formarse en lo que será el resto de su vida. Gran Sol le esperaba y el Patricia Marta, un arrastrero vigués de bandera inglesa, estuvo dispuesto a llevárselo. Aunque Pabbar no es un integrante más de la tripulación del pesquero. No. Pabbar es un lobo marino ceniciento, uno de los que cada año llegan a aguas gallegas desde Irlanda en busca de alimento y refugio. Y uno de los que, por desgracia, no tuvo la suerte de poder regresar por su propio pie hacia el norte. El ejemplar estaba malherido cuando fue localizado en una playa de Malpica, a donde acudió a rescatarlo la Coordinadora para o Estudo dos Mamíferos Mariños (Cemma). Posteriormente fue a la UCI de Nigrán y, más tarde, al Instituto Galego de Formación en Acuicultura (Igafa), en A Illa de Arousa. Casi 100 días después está totalmente recuperado y regresa a su hogar. Pero su caso no es único. “Estamos notando un aumento de presencia de crías en Galicia”, indica Alfredo López, de la coordinadora, que explica que ya van diez ejemplares avistados desde noviembre, de los que cuatro estaban ya muertos.

Pabbar llegó a Vigo para subir al buque metido en una jaula de mimbre y continuamente hidratado. La tripulación lo liberará 36 horas después, en aguas internacionales, para que por fin vuelva a volar solo. Atrás quedará aquel 28 de noviembre en el que fue encontrado en el arenal de Barizo, en Malpica, y fue bautizado. “Normalmente le ponemos el nombre de la playa en la que aparecen o de algunas personas que colaboran en el rescate, que proponen nombres”, apunta López. En este caso fue una mezcla de Pablo (sobrino de un voluntario del Cemma en la zona), Patricia (funcionaria del Concello que colaboró) y de Barizo: Pabbar.

Los 100 días de Pabbar en Galicia Alba Villar

El animal presentaba “una infección muy grave” y pesaba solo 18 kilos. Fue trasladado al centro de Cemma en Nigrán para curarlo. “Lo pasó muy mal y nosotros con él, pero afortunadamente salió adelante”, recuerda Alfredo López. Ahí estuvo hasta finales de enero, cuando viajó al Igafa. “Allí estuvo en la piscina, ganando musculación y comiendo en el agua”, indica.

El centenar de días de Pabbar en Galicia tocaron a su fin, pero no por ello se le acaba el trabajo a la Cemma. Ahora tienen en su centro a una tortuga en recuperación con el estómago lleno de plástico. “Fue capturada por un barco esta misma semana y está defecando plástico”, lamenta López. Su labor, en convenio con la Consellería do Medio Ambiente, no cesa. De ella dependen los muchos mamíferos avistados en la costa gallega, refugio para unos y, por desgracia, también el final para otros.

Una niña se despide de Pabbar en O Berbés. Alba Villar

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