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Londres abre el debate para la supresión de los aranceles a la flota gallega de Malvinas

El arrastrero “New Polar”, en el caladero de Malvinas Fifca

“Este acuerdo no es de aplicación sobre los territorios de ultramar con especial relación con Reino Unido: Anguila, Bermudas, Islas Vírgenes, Caimán, Montserrat, Tristán da Cunha, Malvinas...” Así, en un párrafo de 58 palabras, y dentro de un denso documento de 1.246 páginas, se liquidó la tímida esperanza de la flota pesquera de evitar la imposición de aranceles a la importación de calamar o merluza en territorio comunitario. El acuerdo del Brexit evitó la desconexión desordenada del Estado británico de la Unión Europea (Brexit duro), pero no los perjuicios para el sector. Amén de la pérdida de cuotas en caladeros como Gran Sol, las capturas de buques como el Monteferro, Falcon, Argos Cíes, Castelo, Golden Chicha o Beagle F1, de bandera malvina pero participados por capital gallego, deberán abonar tasas de entre el 6 y el 18% durante al menos cuatro años. “Se están buscando vías para buscar reducciones arancelarias, pero están actualmente muy limitadas, por no decir nulas”, apunta una armadora. La iniciativa parte de Port Stanley, pero también empiezan a arreciar otros movimientos similares en la capital del país. Y desde la solemne Cámara de los Lores.

Charles Hay es conde de Kinnoull y, para este caso, presidente del Comité de la UE en esta entidad del Parlamento británico. “Lamentamos que a los Territorios de Ultramar no se les haya dado la oportunidad de ser incluidos en el tratado con la Unión Europea. ¿Puede prever una oportunidad para restituir los aranceles cero para las exportaciones?”, dice la carta remitida al ministro de Relaciones Exteriores y del Commonwealth, Tariq Mahmood Ahmad. El lord británico hace una mención específica al recurso del calamar (loligo). “Llamamos la atención, en particular, sobre las severas implicaciones económicas para las Falkland, y por el comercio del calamar, como ha incidido en un informe la Asamblea Legislativa” de este territorio. “¿Cómo va a apoyar a su Gobierno para asegurar la sostenibilidad de la industria pesquera ante este reto tan importante?”, continúa. Hay emplaza incluso al Ejecutivo de Boris Johnson a abrir una ronda de negociaciones con el Gobierno español, a fin de dar “pasos” que puedan mitigar el impacto económico de los aranceles. Tariq Ahmad, de momento, no ha respondido.

Territorio pesquero

El de Malvinas (o Falkland Islands) es uno de los principales caladeros para la industria gallega de transformación pesquera, junto con el de Argentina (Cono Sur, con Uruguay) y Namibia. La importación de productos pesqueros procedentes de estas islas supera las 80.000 toneladas al año, con un valor equivalente (en 2019, por ejemplo) de 203 millones de euros. Son productos de elevado valor comercial, que entran a Europa principalmente a través del puerto de Vigo. Merluza y calamar son las especies estrella.

Tomando como referencia el abanico de aranceles ya en vigor para estas especies, el comercio con los malvinos sufrirá un gravamen de hasta 36 millones de euros, solo en un año. Si, como el conjunto del acuerdo rubricado entre Londres y Bruselas, estas barreras se prolongasen durante cinco ejercicios y medio, la factura rebasaría los 200 millones. Ante este tipo de trabas al intercambio de bienes, existe la opción de absorber el coste o repercutirlo en el consumidor final. La pesca, eso sí, trabaja con márgenes muy estrechos, que complicarían la primera vía. La elevada calidad del recurso es su mejor carta de presentación.

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“La UE fue absolutamente intransigente"

En el escenario más conservador, la actividad pesquera representa para Malvinas lo mismo que, para Galicia, las actividades de comercio, transporte, hostelería, administración pública y banca. Todas juntas, con cifras preCOVID del Instituto Galego de Estatística (IGE). El 40% de su producto interior bruto (PIB) depende de las capturas de calamar, merluza, brótola, pota, bacalao, rayas o la codiciadísima merluza negra (toothfish), si bien la ratio bascula y alcanza, en algunos ejercicios, el 64%. El propio Johnson escribió una carta a la población malvina por Navidad en la que, entre otros temas, abordaba el Brexit. Según el premier, fue la propia UE la que no dejó entrar este tipo de territorios en las conversaciones entre los negociadores del acuerdo, David Frost y Michel Barnier. “La UE fue absolutamente intransigente a la hora de excluir a la mayoría de nuestros territorios de ultramar de las negociaciones comerciales de este año”, escribió. Fue insuficiente.

“La Unión Europea y Reino Unido no podían permitirse un escenario de no acuerdo. Para ellos, lo de Malvinas era una cuestión ínfima”, comparte un armador vigués. Tras conocer los términos del tratado, la patronal pesquera de las islas respondió airada. “Es preocupante que el Gobierno del Reino Unido no haya podido proteger nuestra posición en las negociaciones, a pesar del enorme esfuerzo realizado durante varios años por la administración de las Falkland y el apoyo de muchos políticos en Westminster y Bruselas”, reprobó el secretario ejecutivo de la patronal pesquera malvina (Falklands Islands Fishing Companies Association, Fifca), James Bates. Los mimbres no son propicios para revertir estas tasas arancelarias. Se da la circunstancia de que Isla de Man, que tiene mantiene la consideración de paraíso fiscal para la Agencia Tributaria española, sí se beneficia del acuerdo cero aranceles. Es una dependencia de la Corona (Crown Dependency), ha recibido un trato especial. Malvinas, no.

Nuevo comienzo

La campaña en el caladero arranca este miércoles, y no solo marcada por este escenario de nuevas tasas. El COVID ha sido el antagonista en la habitual actividad de las armadoras, tanto en tierra –con aislamientos preventivos y demás protocolos sanitarios– como a bordo. El arrastrero Venturer, de la compañía malvina Petrel Fishing y operado desde el puerto de Vigo, salió rumbo a caladero el 14 de enero, pero no pudo completar las tres semanas de travesía. Permanece fondeado frente a la dársena de Salvador de Bahía, en Brasil. Un tripulante gallego tuvo que ser intubado en una clínica privada local, pero ya se encuentra en planta. También el Argos Pereira tuvo que amarrar en Montevideo, también tras haber detectado positivos por coronavirus a bordo. La tripulación del Baffin Bay, que se hundió en el puerto vigués tras un incendio, ha podido incorporarse a la campaña tras un acuerdo de su armadora, Copemar, para arrendar el Castelo, de Rampesca.

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