El marisqueo a pie está de vuelta. La actividad, que prácticamente se paralizó el 13 de marzo con el estado de alarma por falta de compradores, se reactiva de forma paulatina de la mano de la reapertura de los bares y restaurantes. El canal Horeca, principal cliente de las mariscadoras gallegas, está tirando ya de las compras y eso se nota en la facturación de los bivalvos en las lonjas de la comunidad. Desde que el pasado 4 de mayo se permitió la recogida de comida en los establecimientos, las ventas se dispararon un 200% respecto al anterior período de estado de alarma. En los casi 60 días que pasaron desde entonces recursos como las almejas, navajas, berberechos o zamburiñas acumulan 6,2 millones de euros en primera venta y con precios estables. Eso sí, las cifras todavía son peores que las de hace un año por estas fechas.

Exceptuando la Ría de Pontevedra, donde el fuerte episodio tóxico está frenando el regreso de las mariscadoras a los bancos, el resto de las trabajadoras de las Rías Baixas salen ya al mar para nutrir al mercado. Las últimas en reincorporarse al trabajo fueron las cerca de 400 que operan en la Ría de Vigo que salieron ayer a faenar. "Íbamos con desconfianza a la lonja, pero se ve que ya había ganas", explicaba Nuria, de Redondela, al salir de la subasta.

Y es que los más de 5.000 kilos de almeja japónica que llevó el sector a la lonja viguesa volaron. Y a muy buen precio, entre 11,2 y 12,75 euros el kilo, más de 2 euros superior a la media del mismo período de hace un año. Lo mismo pasó con la rubia (12,9 euros el kilo), la fina (entre 22,7 y 43,75) o el berberecho (entre 5,3 y 12,85), todos ellos con precios por encima de la media.

Las buenas cifras que se dieron ayer en Vigo se reflejan también en el cómputo que figura en la Plataforma Tecnolóxica da Pesca. Los más de 6,2 millones de facturación con más de 630 toneladas vendidas desde el pasado 4 de mayo dejan atrás otros poco más de 50 días previos en los que la primera venta de estos recurso dejó solo 2,09 millones en Galicia, lideradas en aquel momento por los pedidos puntuales de almeja japónica (sobre todo en la Ría de Arousa) y la navaja. "Se nota la apertura de la restauración; ahora estamos saliendo todos las días", comentó María José Vales, patrona mayor de la cofradía de Vilanova, que trabajó también antes de la llegada de la desescalada.

Sin embargo, las cifras son peores que en 2019. La pandemia ha hecho mella en la actividad y el consumo no se ha reactivado, también con la posibilidad de un rebrote en el horizonte. Entonces, se alcanzaron los 9,8 millones y 1.126 toneladas en estos mismos casi 60 días hace un año.

El otro regreso

Junto al marisqueo en la ría de Vigo, el otro sector que regresó ayer al trabajo fue el de los naseiros. El cefalópodo volvió ayer a las lonjas y, para desgracia del sector, las malas previsiones se cumplieron: poca cantidad, con una medida de unos 20 kilos por barco (frente a los 90 establecidos en caso de llevar dos tripulantes) y con unos precios similares a los del cierre de la campaña a finales de mayo (con solo un mes de veda frente al mes y medio habitual en los últimos años).

El sector del pulpo logró mantener la actividad pese al coronavirus, pero las ventas de la campaña se resintieron un 30%, logrando casi 14 millones de euros.

Dificultad para cubrir los cupos

El marisqueo, al estar englobado dentro del sector de la alimentación, fue considerado como esencial por parte del Gobierno desde que el inicio del estado de alarma. Sin embargo, la falta de compradores al estar cerrado el canal Horeca impidió a las mariscadoras salir a la rías para recoger el recurso. Pese a que pedían que se cerrarse la actividad, la medida nunca llegó por parte de Madrid. Ahora, por fin, vuelven con garantías al trabajo. Pero no sin problemas. "Fue muy duro, con las medidas de seguridad el trabajo se ralentiza y las mascarillas dan muchísimo calor", comentó la presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca (Anmupesca) y mariscadora en Arcade, Rita Míguez.

Las mariscadoras de la cofradía soutomaiorense, que forman el mayor grupo de la ría, se fijó un cupo de 7 kilos. "Pero no todas llegaron a cubrirlo", explicó Míguez. Lo mismo pasó en Redondela. Allí el máximo por persona era de 5 kilos, y según indicó la vicepatrona de la cofradía, Ana Belén Sotelino, "podría haber ido mejor si hubiese más mercancía" en el banco al que acudieron.

Así pues, con el marisqueo a flote ya trabajando desde hace semanas y las mariscadoras en los arenales, el sector recuperó su fuerza en las Rías Baixas. Aunque aún queda un punto negro: la Ría de Pontevedra. Allí la toxina paralizante impide a otras cerca de 400 mariscadoras acudir a los bancos. Así, desde el pasado 13 de marzo. "Acordamos salir en junio y llegó la toxina; llevábamos unos años sin un rebrote tan fuerte", lamentó la patrona mayor de Lourizán, Mari Carmen Vázquez.