Investigadores de España y Portugal se han embarcado en una megacampaña científica a lo largo de toda la costa atlántica peninsular para intentar dar carpetazo de una vez por todas al a carpetazocrisis de la sardina. A bordo del buque oceanográfico Miguel Oliver, los expertos analizarán la salud de una especie que comparten las flotas pesqueras de ambos países y que ya el pasado otoño dejó buenos indicios. Para ello, miembros del Instituto Español de Oceanografía (IEO) y del Instituto Portugués do Mar e da Atmosfera (IPMA) se embarcarán juntos durante 45 días para llevar a cabo las campañas Pelago y Pelacus, lo que a juicio de los investigadores ofrecerá "datos más robustos" sobre la especie. "Esperamos que se confirme lo obtenido en septiembre", señala Pablo Carrera, del IEO vigués, a través de una conversación telefónica con FARO desde el barco, en la que también adelanta que intentarán "acelerar lo máximo posible" para conseguir los resultados a mediados de mayo.
El cambio de este año respecto a esta campaña clave se debe a la inestabilidad que viven tanto el IPMA como el IEO. Si bien el organismo público español se encuentra en una situación peor -con un director interino y bajo evaluación de un equipo de expertos para los dos próximos meses-, en el lado portugués su principal problema es la falta de medios, especialmente de buques. Tanto es así que en lo que va de año España ya ha cedido dos de sus unidades al IPMA y en ambos casos para la evaluación de la sardina: el Vizconde de Eza, que llegó esta semana a Vigo desde Leixões tras un mes de trabajo en la Sardinha 2020, y ahora el Miguel Oliver.
Para adaptarse a estas necesidades, y ante la importancia de realizar una evaluación consistente de la especie, desde la Secretaría General de Pesca se acordó modificar el calendario del buque, que ya está en aguas del Golfo de Cádiz realizando las pesquisas. Según Pablo Carrera, el sur peninsular "es zona tradicional de anchoa" (que también se investiga) y de Lisboa hasta el río Miño es el área "importante para la sardina". Para ayudar en esta labor, los cerqueros Mar Eterno, Avô Varela y Porti Pesca acompañarán identificando los cardúmenes.
Para realizar ambas evaluaciones investigadores lusos y españoles compartirán no solo el Miguel Oliver, sino también una metodología: registros acústicos con multifrecuencia. Este sistema "permitirá analizar de forma más precisa los bancos de peces" que, junto con los lances de pesca "serán las principales muestras a recoger" durante los 45 días.
En el trayecto que separa el golfo de Galicia se realizarán prospecciones hasta los 200 metros de profundidad y, posteriormente, el IEO retomará los trabajos desde el Miño hasta el Bidasoa, en el País Vasco, a donde llegarán el 19 de abril. "Estos cambios en las campañas darán mejores datos; cuanto antes los tengamos mejor", resume Carrera.
Cambio de tendencia
Los científicos alertaron de la situación complicada de la sardina en 2017. Desde el Consejo Internacional para la Exploración del Mar (ICES, en sus siglas en inglés) apostaban entonces por un veto a la pesca de una especie que no está en el sistema de totales admisibles de capturas (TAC) y cuotas de la UE. Por este motivo, los gobiernos de España y Portugal acordaron un plan de gestión conjunto con un tope común de capturas para sus flotas.
El año pasado el tope fue de 10.800 toneladas y tras los buenos resultados de las campañas de otoño el ICES acordó levantar el veto. Sin embargo, apostaron por un cupo no superior a las 4.142 toneladas. Los cerqueros lusos y gallegos, en cambio, reclaman 30.000. Los países deben ahora convencer a la Comisión Europea para incrementar el tope. Y de ello depende que se confirme el cambio de tendencia en esta megacampaña.
