La cárcel de ballenas ubicada en el extremo Oriente de Rusia está siendo utilizada como atractivo turístico pese a la decisión de científicos rusos y extranjeros como el francés Jean-Michel Cousteau, de devolver a las orcas y belugas retenidas a su hábitat natural, denunció ayer la ecologista rusa Nina Ziriánova. Los grupos conservacionistas llevan meses alertando sobre el precario estado de las 87 belugas, 11 orcas y 5 crías de morsa, después de que se frenara su venta a acuarios y delfinarios chinos a cambio de varios millones de dólares.