El grueso de la flota lleva todo el mes de enero levantando amarras tras dejar atrás los días de descanso de las fiestas navideñas. Sin embargo, los protagonistas de estos días y hasta que finalice el mes son los grandes arrastreros que faenan en el Atlántico sudoccidental. Solo esta semana unos 300 marineros han partido de la ría de Vigo con destino a las Malvinas. Un éxodo con el que se ganan la vida pescando calamar, una especie muy demandada por la industria transformadora y por los propios consumidores. La situación provoca un cúmulo de emociones a pie de muelle que se mezclan con los gritos de los marineros ya trabajando y el olor de los motores. Los abrazos, lágrimas y, de vez en cuando, alguna sonrisa, se convierten en los protagonistas de escenas de despedida mil y una veces vistas pero nunca -jamás- iguales. A los marineros gallegos les espera el duro trabajo de alta mar. Aquí, en tierra, se quedan los suyos.

La campaña de calamar comienza oficialmente el próximo 24 de febrero y la distancia de 6.663 millas náuticas (más de 10.700 kilómetros) que separa Vigo de Stanley -capital de las islas- obliga a los buques a partir ya. El segundo mayor arrastrero de la flota gallega en el histórico caladero fue uno de los que levantó amarras ayer por la mañana. El imponente Capricorn, de 95 metros de eslora, comenzó a primera hora las operaciones para salir y poco después de las nueve ya comenzaban a llegar los tripulantes. El buque participado por Pescapuerta lleva a bordo a medio centenar de personas. "En mi caso prefiero que me dejen aquí y se vayan. Para las despedidas no quiero a nadie", explica el capitán, Javier Gómez. Su caso es de los menos comunes, pero reconoce que "siempre cuesta" y que "se lleva peor cuando tienes hijos".

Javier Gómez - Capitán

"En mi caso prefiero que me dejen aquí y se vayan. Para las despedidas no quiero a nadie"

Tras 17 años embarcado el capitán, originario de Nigrán, se ha convertido en un experto en decir adiós. O mejor dicho, hasta luego. "Se convierte un poco en una rutina y cada vez cuesta menos, pero los hijos lo sienten mucho", comenta. Todo lo contrario que Benito Díaz. El maquinillero del buque afronta su última marea antes de la -más que merecida- jubilación y en tierra tanto su mujer como su hija lo acompañan hasta que el barco se aleja. Su esposa, en el muelle, señala que "es la última vez y es la peor". Él, ya en el barco, explica que "se lleva con disgusto ". "Ahora toca volver bien y con salud", aporta Díaz.

Benito Díaz - Maquinillero

"Es la última y se lleva con disgusto porque mi mujer e hija están tristes; toca volver bien y con salud"

Tanto al maquinillero como al capitán del barco les esperan varios meses alejados de la comodidad de sus hogares y el cariño de los suyos. "Pero como dice Sabina, para conocer la alegría de estar en tierra tienes que estar ausente de ella", explica Juan José Iglesias, inspector de flota de la empresa. Y no lo dice por decir. "Pasé 21 años embarcado, la mayor parte como maquinista. Después de haber navegado aprendí a apreciar estar en tierra", ilustra.

Para intentar matar a la morriña una de las responsabilidades que tienen tanto el capitán como el resto de los mandos (Antonio Manuel, Álvaro Santaclara, Manuel Magdaleno Martínez, Sergio Maquieira Fernández y Julio Álvarez) es el de "hacer una piña" entre toda la tripulación. "Uno de nuestros trabajos es que haya un ambiente cómodo, lo que implica conocer las costumbres y cultura de cada uno y que haya respeto", comenta Gómez, que recuerda que a bordo viajan marineros de nacionalidad senegalesa, marroquí y, sobre todo, peruana.

Uno de estos últimos es Edgar Alejandro Huamán. En su tercer año con la firma viguesa explica que "en Malvinas se está bien" y que lo que peor lleva es el frío que se vive, sobre todo, en la segunda campaña del año. Resalta que es mejor vivir de la pesca en Vigo que en su país de origen y que, en su caso, las despedidas comienzan ya en el aeropuerto del que sale del país sudamericano hacia la ciudad olívica.

Ya en el barco Huamán se encontrará codo con codo con compatriotas y también con marineros de otras nacionalidades. También españoles, como es el caso de Ángel Custodio. Natural de O Morrazo celebra su 52 años cumpleaños atravesando la pasarela que le lleva al arrastrero. "Algo se celebró ayer, pero ya tocará más para el año", explica risueño y del brazo de su mujer Isabel. Pese a que es la primera vez que navegará a bordo del Capricorn lleva ya 15 años en la empresa. "Llevo toda la vida siendo marinero, desde los 17 años, y lo llevo bien. Aunque sí que es un trabajo duro", sentencia.

Ángel Custodio - Marinero

"Llevo desde los 17 años siendo marinero y lo llevo bien. Aunque sí que es un trabajo duro"

Este éxodo al que Galicia está más que acostumbrada se repetirá en los próximos días con otros barcos. Sin embargo, las despedidas seguirán siendo igual de dolorosas. Eso sí, al grito de "¡buena marea!".