Son las seis de la mañana y ya hay pescado vendido en O Berbés. Calamares, centollas, pescadillas... Un subastador pegado a un megáfono anuncia besugos y otro remolonea para dar salida a tres lotes de boquerón (el primero salió a 3,8 euros el kilo; el más barato acabó en dos). Pero nadie da la voz con el pulpo. Aunque las jornadas grandes para esta especie son los martes y los viernes, con la Navidad a las puertas "debería venderse todos los días". Pero faltan 25 para Nochebuena y el pulpo no se deja ver por la lonja de Vigo. Tampoco en Portugal, Marruecos, Mauritania o Senegal. Y, de la escasez, el lujo. "El precio está disparado en todas partes", explican desde una de las mayores operadoras de España. Lo que no ha menguado es la demanda pulpeira, cada vez mayor, lo que fuerza a las empresas a pelearse por la materia prima por todos los puertos. "Estos factores hacen que los precios de venta lleguen a ser inferiores al de origen", apostillan en la trader Interatlantic Fish. Es decir, hay compañías vendiendo a pérdidas.

A Giuseppe Mellino, director General de Congelados Maravilla y propietario de la marca de pulpo Benito Alonso, no le sorprende. "Si una empresa tiene un acuerdo para proveer a un supermercado, o vende con pérdidas o le puede caer una sanción", dice, por incumplimiento de contrato. El secreto está en ser capaces de trasladar el aumento de los precios al consumidor final, al menos en una pequeña parte. "El profit (beneficio) es pequeño porque está muy caro, se hace muy difícil de vender". El taco 1 de Mauritania, el de más de tres kilos, cotiza a más de 14 euros. Y hay que traerlo desde allí: son más de 2.500 kilómetros por mar. Así que, ya en Vigo, las empresas deben venderlo por encima de ese precio para no salir perdiendo. Porque no faltan bocas para un producto que se ha convertido en un lujo.

En O Berbés el pulpo de más de dos kilos se vende a 13 euros, aunque hay cajas a 10,5 y a 9,5 (el de Burela). "¿Quién se puede permitir un pulpito a 13 euros? Muy poca gente". Alejandro Padín, de Cíes Artesanais, está en primera línea de esta batalla. "El pulpo importado ofrece por lo menos un colchón de precios", y defiende el procedente de Marruecos. "No pela", añade. Y lo constatan más vendedores, arremolinados ante la escasez. "No se queda tan duro como el de aquí. Hay quien lo prefiere". Óscar es de los que más cefalópodos vende en O Berbés, aunque las cifras de esta mañana sorprenden. "Entre 60 y 70 kilos de Burela, 200 en total". ¿Y antes? "Antes llegaba hasta los 2.000".

Las cifras digitalizadas del Puerto de Vigo son elocuentes: este jueves se vendieron algo menos de 170 kilos de pulpo. Es solo un 8% del volumen que se comercializó el mismo día del año pasado (cayó en miércoles), cuando se dio salida a 2.112 kilos; un 88% menos que en 2015. Asoma un ejemplar de una caja procedente de Ribeira, por el que piden 10 euros el kilo. "Para mí hay mucho por el trabajo que me dan", ironiza el chaval encargado de la venta. Su precio "normal" sería de entre seis y 6,5 euros. "Es el que nos queda, porque el cabezudo dura poco". Se lo lleva "todo" la distribuidora Froiz. "Las grandes casas compradoras encuentran a quién vender el producto". Lo constatan otras fuentes del mercado, que mencionan a distribuidores de Estados Unidos o Japón. "Pagan mucho. Barbaridades".

Desde la viguesa Interatlantic, que es la mayor casa de compraventa de España, desvelan que "el stock de pulpo de Marruecos fue vendido en su totalidad solo unos días después de acabar la temporada. Algunas compañías especializadas están diversificando sus proveedores para poder cubrir la demanda". Y en Mauritania, donde la campaña empezó hace solo una semana, las capturas, lamenta Mellino, "también están empezando a fallar".

A las ocho de la mañana no queda pulpo en O Berbés, el subastador del boquerón ha terminado y cajas de rodaballo de piscifactoría (Xove y Lira) esperan su turno para llegar al súper.