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Furtivismo las 24 horas del día

La cofradía de Redondela protege sus recursos de esta lacra con cinco vigilantes

Manuel Alonso enfoca con su linterna la playa de A Punta para buscar actividad furtiva. // A.A.

El furtivismo es toda una lacra que desde el sector pesquero se busca erradicar a toda costa. Los más mayores dicen que es algo que ha existido siempre y que toda acción emprendida para acabar con ello se convierte en inútil semana tras semana, cuando al regresar a la costa se encuentran los arenales esquilmados. Quizá el avance más notable fuese incluir esta práctica como delito en el Código Penal, si bien desde entonces -entró en vigor en julio de 2015- tan solo se ha dado a conocer un caso en el que un furtivo fue condenado a pena de prisión (en caso de no abonar la multa correspondiente). Por todo ello, las cofradías apuestan por tomar la justicia por su mano e intentar luchar con todos los recursos a su alcance. Este es el caso de la cofradía de San Juan de Redondela, a cuyos vigilantes privados FARO acompañó durante una de sus inspecciones nocturnas.

Con cinco integrantes (el último incorporado esta misma semana), el equipo de vigilantes del pósito sale cada vez que baja la marea para controlar la amplia zona de costa en la que trabajan las mariscadoras. "Casi todos los días vemos a alguno, sea profesional o no", indica Manuel Alonso, militar de profesión que lleva 10 años como guardapesca. Armados con una linterna de alta potencia, Alonso y Antonio Míguez (con más de 20 años trabajando de vigilante) suben a su furgoneta a las 00.30 horas de ayer en dirección a una zona conocida como la Marina. Al llegar, bajan e inspeccionan la playa envueltos por la noche. "Aquí está actuando últimamente un grupo de Poio", señala Alonso.

Con zonas de difícil acceso, Míguez explica que Redondela tiene mucha costa que cubrir y que su tarea es complicada. A esto, añade que existen ciertos trucos. Para empezar, las huellas. "Si acaba de bajar la marea y ves pisadas sabes que andan por ahí", comenta Alonso. Antes que eso, se fijan en los coches de la zona: "Si ves uno aparcado de forma sospechosa, o una moto, sabes que pueden estar ahí".

Prioridades

En la furgoneta de la cofradía recorren la zona hasta A Punta ("no hay que fiarse de que no estén por las fiestas", dicen en relación a las fiesta del Carmen de la parroquia de Cesantes) y luego a Soutoxusto (una zona con escasa luz) antes de ir a la zona de A Portela y Cedeira. "Hay que priorizar por zonas en las que existen viveros. Pero claro, si estás en un sitio te la pueden estar liando en otro", resalta Míguez.

En todas las playas cuentan con un apoyo especial: las mariscadoras. "Se avisan entre sí si ven algo sospechoso nos llega", comenta Alonso. "Algún soplo tenemos, pero deberíamos recibir más", completa su compañero. Algunas de ellas, incluso, realizan guardias al vivir muy cerca de las zonas en las que trabajan. Además, también tienen el apoyo de las fuerzas del estado. "Cuando vemos a alguno lo que hacemos es intentar retenerlo para identificarlo y llamar a la policía", explican. ¿El mejor momento? Cuando ya están en el coche. "Así se les requisa y les quitas su medio de transporte y es lo que les afecta", señalan.

En lo que va de año, dicen, avistan a algún furtivo "casi cada día", pero identificar solo pudieron a una veintena. Algunos, reincidentes. El patrón mayor de la cofradía, Clemente Bastos, dice que están organizados. Algo que corroboran los guardapesca. Redondela es una ejemplo, "pero así es en todas casi todas las playas de Galicia", alertan.

Un vigilante: "Esto es peligroso; llegamos a tener que pedir refuerzos en un bar cercano a la playa"

  • La experiencia es un grado. Pero por muchos años que se lleve intentando controlar el furtivismo, "nunca sabes qué va a pasar". Antonio Míguez y Manuel Alonso tienen mil y una historias de encontronazos con furtivos. Y concuerdan al 100%: "Esto es peligroso". "Hubo veces en las que tuvimos que llegar a pedir refuerzos en un bar cercano a la playa", comenta Alonso de noches en las que se vieron rodeados. "A lo mejor piensas que va a ser una noche tranquila y te encuentras con cuatro o cinco que se ponen bravos", añade Míguez. "Hay gente que no tiene nada que perder y procuramos no ir solos nunca", explican. La zona más complicada, dicen, la de Chapela. "Allí siempre solemos tener más problemas. Hay más violencia". Aunque eso sí, conceden que en otras zonas de Galicia es "mucho peor". "Hay playas en las que te atacan con los sachos o lo que tengan a mano e incluso te pueden quemar el coche", indican. Pero tan perjudiciales son para las costas y sus recursos los furtivos profesionales como los ocasionales. "Con el turismo te encuentras muchos casos en los que están con medio kilo o poco más", comenta Míguez. "Hace poco le llamé la atención a una mujer que tenía dos kilos de almejas en la toalla y estaba comiendo. Fuimos por las buenas, para explicarle que eso no se podía hacer y se puso de malas. Llegó a intentar escapar", recuerda Alonso.

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