El barco guardés de artes menores Rúa Primero embarrancó en la madrugada de ayer en unas rocas al norte de Baiona, lo que produjo una vía de agua y su posterior hundimiento. A los mandos en aquel momento se encontraba Joaquín Baz, patrón y armador que todavía no se explica qué pudo ocurrir. "Por ahí pasamos un millón de veces", contaba ayer, afectado, tras el siniestro. Los cuatro tripulantes fueron rescatados con un "susto tremendo" tras la impotencia de no poder liberar al barco de la zona de Os Carallóns, cerca de las Islas Estelas.

Así fue el naufragio del "Rúa Primero"

Así fue el naufragio del "Rúa Primero"

Tras recibir el aviso por el canal VHF a las 3.30 horas, Salvamento Marítimo envió al helicóptero Pesca 1 y la embarcación Salvamar Mirach. Una vez allí, y tras comprobar que no se podía frenar la entrada de agua por el camarote y la sala de máquinas, los rescatadores izaron "uno a uno" a los cuatro tripulantes, que fueron trasladados de inmediato al Hospital Álvaro Cunqueiro. Antes de las nueve de la mañana ya les habían dado el alta al presentar tan solo algún rasguño.

Según confirmaba ayer a FARO el marinero José Manuel Martínez, ya por la mañana cada uno se encontraba en sus respectivos hogares. "Estamos bien pero fue un susto tremendo", contaba. Tanto él como sus dos compañeros se encontraban durmiendo cuando sintieron el fuerte impacto. "Volvíamos a Baiona; no habíamos pescado casi nada porque no encontramos atún", contaba el marinero. Al igual que el patrón y Saúl Baz, Martínez es de A Guarda. José Antonio Fernández es de O Rosal.

"Al llegar casa fue cuando me entraron más los nervios al pensar lo que había pasado", explica el patrón, contento de que su tripulación resultara ilesa pero apenado por la pérdida del barco. "Al menos los daños son solo materiales, que es lo importante", indica.

Ya con la luz del día, la Salvamar Mirach volvió al lugar del siniestro para comprobar si el pesquero se había hundido y "no se apreciaba contaminación". Además, recogieron los restos que se alejaron de las rocas y los trasladaron a Baiona. "El mar estaba en calma en aquel momento", recuerda Martínez, que ayer por la tarde se reunió con José Antonio Fernández y Saúl Baz.