Un año ha pasado ya desde que el Ministerio de Agricultura arrestó a dos buques cuando llegaban a Vigo. En plena polémica por los registros en la sede de Vidal Armadores en Ribeira en aquel mes de marzo de 2016, el Antony y el Northern Warrior, ambos de casco azul, llegaban a la ciudad para unas reparaciones. La Capitanía Marítima de Vigo autorizó en un primer momento la entrada de los buques en el puerto, pero después de unas comprobaciones se descubrió que presentaban una documentación de abanderamiento falsa, lo que desembocó en la operación Banderas. Considerados barcos apátridas reposaron en el muelle de Fandicosta hasta su traslado a Bouzas, donde se encuentran vacíos en la actualidad.

Y así es como llegaron: vacíos salvo por la tripulación, de origen asiática. En las bodegas no había nada y la excusa de las reparaciones es, hasta la fecha, la única que parece motivar la llegada de los buques a Vigo. Porque desde entonces no ha habido noticias, ni desde el Ministerio sobre la operación Banderas ni desde cualquier otro ámbito. Mucho menos de su armador, del que no se sabe nada.

En el pasado los dos barcos estuvieron relacionados con pesca ilegal y cambiaron de nombre varias veces. El Antony, palangrero construido en 1972 y cuya última bandera conocida es la de Belize, tuvo un encontronazo con Greenpeace en el Mediterráneo en mayo de 1991. El Northern Warrior, por su parte, fue sorprendido en 2011 por Nueva Zelanda pescando con redes de enmalle en el Pacífico Sur. Es un arrastrero de 1990 cuya última bandera es de Curazao.

A ambos se les impuso fianzas de más de un millón de euros y se arriesgan a multas que pueden ser de hasta 600.000 euros.