En el fondo del mar un objeto como el Senefand Uno es un grano de arena si no se dispone de los mejores medios técnicos. Y, aún contando con ellos, detectar un bulto de 24 metros de eslora y siete de manga a 650 metros de profundidad es poco menos que una quimera. Pero la armadora viguesa Grupo Profand está decidida a emprender este viaje para honrar el que se convirtió en el último del patrón Vicente Pazos y otros dos senegaleses desaparecidos en el hundimiento el jueves del arrastrero en aguas de Senegal. El director general de la compañía, Enrique García Chillón, se reunió en la tarde de ayer en Santiago con el secretario general de Pesca, Alberto López-Asenjo, y la conselleira do Mar, Rosa Quintana, que se comprometieron a coordinar un operativo con organismos internacionales para facilitar la localización del pecio. La intención es incorporar al dispositivo de búsqueda un oceanográfico; son los buques con las sondas más potentes del mercado, las que pueden arrojar más luz sobre la oscuridad del océano.

Como publicó ayer FARO, barcos como el Senefand Uno llevan incorporados sónares de dos kilovatios, capaces de alcanzar una profundidad de unos 1.000 metros. Como han de navegar sobre bancos de pesca pueden hacer un barrido completo de 360 grados sobre la posición del barco utilizando una frecuencia de en torno a 200 kilociclos (cada uno equivale a 1.000 oscilaciones por segundo). A menos frecuencia, más alcance de la señal y más nitidez de imagen en el monitor. Un oceanográfico utiliza dispositivos de cinco o seis kilovatios con una frecuencia de incluso 18 kilociclos, lo que multiplica las posibilidades de éxito en el rastreo del fondo marino. La intención del dispositivo es incorporar un barco con sonda lateral [la sonda emite una señal direccional] para hacer barridos. Según sus cálculos el barco reposa a escasas 30 millas de Dakar, al norte de donde habían iniciado las labores de búsqueda.

Pero en la pesquera admiten la extrema dificultad de la tarea que, en caso de completarse, requeriría la utilización de vehículos sumergibles (Remote Operated Vehicle, robot operado a distancia) para explorar el pecio. Allí, en el puente de mando, creen que quedó atrapado el capitán al tratar de corregir la maniobra que escoró el barco fatalmente a estribor y con la que dio tiempo a desplegar las dos balsas salvavidas. A ellas se aferraron ocho de los once tripulantes, entre ellos el jefe de máquinas, Fernando Argibay; dos marineros senegaleses no alcanzaron los botes y permanecen, como Vicente Pazos, desaparecidos.

López-Asenjo ha iniciado ya los trámites para que un oceanográfico que conozca la zona (y tenga por tanto memoria del fondo marino) se incorpore al operativo. Dada las pocas posibilidades que existen de localizar el barco en la armadora confían en que el propio Senefand Uno les ayude. "Si sale combustible al exterior serviría, los barcos que ven una mancha así saben que ahí ha pasado algo", analizan expertls del sector. Sería el modo de detectar con la mayor precisión el punto del naufragio, del que no se sabe el punto exacto dado que la radiobaliza no emergió a la superficie (o, al menos, no emitió la señal de socorro vía satélite). El dispositivo, sujeto a las normativas IMO y SOLAS, había pasado la inspección el 14 de octubre en Vigo, como ha constatado la empresa. Este martes el Senefand Dos (gemelo del siniestrado), dos patrullas de la GuardiaCivil, otra de la Marina francesa, un Falcon 50 Surmar, los servicios de rescate de Senegal y una avioneta privada fletada por la armadora encaran el quinto día de búsqueda de los tres desaparecidos.