La flota del cerco de O Morrazo afrontaba anoche su segunda y, a priori, última noche de encierro en el salón de plenos del Concello de Bueu. Hoy estarán muy pendientes del resultado de la reunión en Madrid entre el Estado, Xunta de Galicia y los representantes del sector del cerco. Entre armadores y marineros hay una mezcla entre la esperanza y el pesimismo, aunque dejan entrever que el paro iniciado a mediados de octubre apunta a su fin. Tres meses amarrados suponen demasiado tiempo para unas empresas de las que dependen muchas familias que acaban de pasar una de sus peores navidades.

"Entre la humedad de San Caetano, el parqué duro del salón de plenos de Bueu y los ronquidos de los compañeros no hay quien duerma en estas acampadas", comentaban ayer por la mañana, intentando poner una nota de buen humor, los armadores y marineros del cerco encerrados en Bueu. El medio centenar de afectados tenía previsto pasar anoche la segunda noche de encierro y esperar acontecimientos a partir de hoy. "Imos a ter un pouco de esperanza porque se non imos ter que botar os barcos ao monte", decía uno de los más veteranos.

Las sensaciones ayer se movían entre el pesimismo y un cierto halo de esperanza, aunque alguna de las últimas ofertas deslizadas para compensar a los barcos sin cuota asignada se consideran "un mal parche". "Dez toneladas non dá nin para unha semana de traballo", afirman. Entre los encerrados empieza a cundir la idea de que la semana próxima habrá que volver al mar después de tres meses amarrados. Tres meses amarrados, sin pescar, sin facturar, sin cobrar... Demasiado tiempo para estas pequeñas empresas y economías familiares. "Pero los políticos van a tener cerco hasta en la sopa; por lo menos hasta las próximas elecciones autonómicas", recalcaba Moncho, armador del "Dos Mil" de Bueu, para avisar de que las movilizaciones de la flota continuarán.

Los juegos de cartas, la lectura de la prensa del día o la conversación eran las actividades más comunes para sobrellevar el encierro.