Las protestas de los armadores de cerco son una constante desde hace muchos meses. Los más de 150 barcos de este sector parecen vivir en un permanente lucha por conseguir más cuota para llenar sus redes. Pero, ¿cuál es realmente su queja? ¿Se sienten olvidados? ¿Reclaman más de lo que les corresponde? No. El sector lo tiene claro: el centro de todos sus males es el reparto en base al histórico de capturas. Un reparto que hace que unos barcos (los menos) tengan 35.000 kilos de jurel para todo el año y otros tan solo 5.000, 4.000 o menos pese a tener el mismo número de tripulantes.

Unos marineros que tienen que comer, que se quejan de la "alta presión inspectora" y que deciden salir a la calle para lograr allí lo que no consiguen en los despachos. "Tenemos que tirar lo que pescamos porque no podemos subirlo a bordo", se quejan los patrones gallegos, unidos -el 75% del total- en una misma asociación para compartir cupos. Y todo ello, dicen, por culpa del reparto. Un reparto impugnado en los tribunales.