La mayoría de los informes meteorológicos no alertaban del mar de fondo que hubo después de las 10.00 horas de ayer. Así, el tráfico de barcos de bajura era intenso por Cabo Udra, en Bueu. Casimiro Barreiro y Fernando Vilas se dirigían a Aldán en su barco el "Nova Yolanda" cuando se encontraron, alrededor de las 11.00 horas, en la zona conocida como Con do Pego con la tripulación del "Casildo", formada por el patrón Francisco Rosas Pazó (37 años) y el marinero Serafín Golobardas Goberna (25 años), que se encontraban recogiendo el aparejo de las nasas de la centolla, preparándose prácticamente para volver al puerto de Bueu después de lo que parecía una provechosa mañana de pesca. Hubo saludos entre los tripulantes de ambas embarcaciones y, casi de inmediato el naufragio del "Casildo".

Las grandes olas que Francisco Rosas y Serafín Golobardas habían surcado con éxito en sus mareas del bacalao en Terranova hundieron ayer el barco en un visto y no visto. Comenta Casimiro Barreiro que apenas unos segundos después de saludarlos giró su cabeza hacía atrás y vio cómo una gran ola engullía al "Casildo" y lo desplazaba 80 metros. El golpe arrojó directamente a Serafín Golobardas al mar embravecido y Francisco Rosas aguantó como pudo el envite en el puente, de donde pudo salir buceando.

En ese momento apareció Casimiro Barreiro con su embarcación. Había dejado pasar unos segundos hasta que el efecto del golpe de mar pasara. Así que con un ojo pendiente del oleaje y otro en los náufragos, el patrón del "Nova Yolanda" gritó que nadaran en dirección a su barco. Pero enseguida comprobó que recorrer esos apenas 30 metros de distancia que les separaba iba a ser casi imposible. Les arrojaron un cabo del que se engancharon. Con muchas dificultades y apenas fuerzas llegaron hasta el "Nova Yolanda". Serafín Golobardas perdió varias veces el cabo y fue Rosas el que le ayudó a llegar a la embarcación de rescate. Desde el "Nova Yolanda" se veía como el "Casildo" se hundía en un mar que cada vez golpeaba con más fuerza. Todos los marineros acertaban a descifrar que el barco de madera acabaría roto entre las rocas. Ya sobre las 16.00 horas, había restos del naufragio en el mar, en un lugar donde la profundidad no alcanza los siete metros con marea alta. Casimiro Barreiro y Fernando Vilas pudieron rescatar dos botas de trabajo de color naranja del pie izquierdo de cada uno de los náufragos con sus nombres rotulados en negro: Pin (Serafín) y Casildo.

Ya en el "Nova Yolanda" el shock nervioso apenas permitía a los náufragos articular palabra. Serafín Golobardas estaba menos entero que Francisco Rosas. Sus heridas eran también mayores. El dolor en una de sus piernas era tan intenso que le hacía temer la rotura de un hueso. Rosas resoplaba y durante el trayecto de Con do Pego al muelle de Bueu el ruido del motor ponía música a un rescate que esta vez no acabó en tragedia.

En el muelle de la lonja de Bueu esperaban las familias, ya conocedoras del estado de salud de los náufragos. Eso no restaba ansiedad a una situación que en Bueu se repite con demasiada frecuencia. Una ambulancia medicalizada y otra del 061 esperaban para trasladar al hospital de Montecelo a Francisco Rosas y Serafín Golobardas. Había escenas de llantos en el muelle, por lo que pasó y por lo que pudo haber pasado. Francisco fue dado de alta a las 17.00 horas, mientras Serafín permanecía ingresado en observación. No había rotura en la pierna dolorida, solo una fractura, pero estaba fuera de peligro.