El futuro de la almeja fina (Ruditapes decussatus), una de las más apreciadas para su consumo en España y la que mayor precio alcanza en lonja -hasta 60 euros el kilo-, puede depender de un nuevo estudio publicado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Los científicos encargados de la investigación han descubierto que las poblaciones de este tipo de almeja están formadas por hasta tres razas diferentes, repartidas por la costa del Atlántico europea, Mediterráneo Occidental y de Túnez y las costas de los mares Adriático y Egeo. De esta forma, la conservación y la gestión del molusco podría evolucionar para disminuir así su mortandad.

Carlos Saavedra, científico del Instituto de Acuicultura Torre de la Sal, en Castellón, explica que esta diferenciación entre las tres razas "haya surgido a raíz de los cambios climáticos y del nivel del mar que tuvieron lugar como consecuencia de las glaciaciones durante el período del Pleistoceno (desde hace 2,5 millones de años hasta hace unos 20.000 años)".

Según Saavedra, la raza más diferente es la que habita en el Adriático y el Egeo, puesto que presenta variantes genéticas exclusivas en varios de los genes analizados. En total, fue analizado el ADN de más de 400 individuos de 11 poblaciones naturales diferentes repartidas desde Bretaña, en Francia, hasta Turquía.

La importancia de este estudio se deja ver, por ejemplo, en que estos resultados "tienen un gran interés para la conservación de los recursos de la almeja fina y su gestión", segura Saavedra. "En el pasado, el marisqueo excesivo llevó al agotamiento de muchos bancos naturales de este molusco, y se exploró la posibilidad de repoblar las zonas agotadas mediante almejas juveniles traídas de otros países, como Túnez, Portugal o Italia", explica el científico, que, sin embargo, matiza que "los resultados no fueron buenos por la alta mortalidad de los juveniles". "Este estudio muestra que las almejas introducidas habrían pertenecido a diferentes razas, lo que podría haber influido en el fracaso de ese sistema", concreta el investigador del CSIC en Castellón.

El estudio sugiere que las diferenciación de las tres razas pudo haberse mantenido hasta la actualidad debido a "cierta incompatibilidad reproductiva" entre ellas y "como consecuencia de una adaptación a características específicas del hábitat en cada zona geográfica".

Hoy en día la mayoría de la repoblación de bancos naturales y el cultivo en parques se hace con juveniles procedentes de criaderos, que ofrecen la oportunidad de seleccionar los reproductores en función de sus características para el cultivo y evitan el riesgo de importar enfermedades de otras regiones. "Los principales inconvenientes de la almeja fina para el cultivo son una tasa de crecimiento lenta y la susceptibilidad a la perkinsosis, una enfermedad parasitaria que puede provocar gran mortalidad. Estos inconvenientes podrían resolverse con programas de selección genética adecuados", indica Saavedra, que advierte que habría que seguir investigando, ya que "podría aportar resultados interesantes para la selección de la almeja fina".