Hace años pude escuchar en directo al Coro Minero de Turón. Solo voces masculinas para, entre otros temas, interpretar uno (Soñé que la nieve ardía) que me impactó por lo que la letra sugería. El escenario a oscuras y con solo las lámparas del casco rompiendo la oscuridad, pareciera que todos los espectadores nos hallábamos en el pozo de la mina y sus paredes en un incesante trémolo, repitiese "ardía, ardía, ardía".

Irreal. La nieve no arde, se derrite. Evidentemente por el calor del fuego.

Recordando la incongruencia, al que arriba suscribe se le vino a la mente la posibilidad de un mar sin peces al que nadie canta, al que nadie menta, en el que nadie cree porque estamos convencidos de que siempre habrá peces en la mar: se agotarán los que son objetivo del sector pesquero pero siempre quedará la posibilidad de comercializar otras especies.

¿Siempre, me pregunto? El vive tú para que yo pueda vivir hasta que me pesquen, es un hecho.

Pero si capturamos especies ya sobreexplotadas, ¿qué será de aquellas que tienen a estas como sustento y por las que compiten con el hombre? Y si seguimos la cadena trófica ¿hasta dónde estamos contribuyendo con la sobrepesca a acabar con todo lo que la mar nos ha dado?

¿Estaremos acabando con la nieve aunque esta no arda? ¿Estaremos acabando con la fauna marina y, en 30 años, la humanidad tendrá que recurrir a la acuicultura como única fuente de suministros proteicos procedentes de los peces?. ¿Será esto lo que hace que la UE -y con ella España y Galicia- se dedique a fondo para lograr un plan acuícola que permita seguir comiendo carne de pescado aunque sea de piscifactoría?

¿Arderá la nieve? ¿Tendrán que usar los pescadores del futuro lámparas alimentadas por baterías para buscar en la acuicultura lo que ya habremos destruido en la mar?

No sé si somos conscientes, pero empiezo a creer que la nieve puede arder y que los mares se queden sin peces.