La legislación obliga a los bateeiros a someter a revisión sus barcos auxiliares de acuicultura cada cuatro años, cuando son nuevos, y después, cada dos ejercicios. "Esto supone que tenemos que varar el barco y afrontar un gasto económico terrible que en los tiempos que corren no podemos permitirnos", alegan. Por este motivo, solicitan a la Administración que les exima de pasar esas inspecciones con tanta frecuencia, sobre todo porque, esgrimen, "nuestros barcos no están igual de castigados ni corren el mismo riesgo que, por ejemplo, los que van a pescar al Gran Sol; no tiene sentido que para trabajar dentro de las rías nos exijan los mismos controles". Lo que quieren, por tanto, es recortar gastos pasando menos por el astillero para afrontar el equivalente a la ITV de los turismos y camiones.